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domingo, 30 de enero de 2011

Hay que recibir la liturgia como un Don


Creemos de suma importancia remitirnos a estas palabras del actual Santo Padre Benedicto XVI, pronunciadas en el ya lejano 2001, cuando todavía era el Cardenal Prefecto para la Disciplina de los Sacramentos. En ellas expone su visión sobre el Caos reinante en las celebraciones Eucarísticas y el consecuente peligro cuyos efectos son ya visibles en algunas comunidades. Pareciera con esto corroborarse lo expuesto por Mons Valentino Miserachs cuando hablaba de "laxismo post-conciliar" y de "anarquía" en la liturgia y particularmente el Canto Sagrado. No obstante, el actual Papa ya nos señalaba la "medicina" para empezar a sanar: Retomar el Ser de la liturgia como Misterio que se recibe, como un Don al que hay que aceptar.


FUENTE:
Marco Tosatti
Traducción no oficial en español:
El Cardenal: la liturgia de la Iglesia está en peligro

«CAOS EN MISA»: SOS de Ratzinger
Marco Tosatti
Ciudad del Vaticano

La liturgia de la Iglesia está en peligro: el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Joseph Ratzinger, lanza una voz de alarma desde las columnas del cotidiano católico francés «La Croix», no excluyendo la necesidad de una revisión de las reformas realizadas por el Concilio Vaticano II. La principal amenaza consiste en los márgenes de «creatividad» demasiado amplios, según el purpurado, de la que gozan las comunidades católicas de los diversos continentes; las variaciones litúrgicas son tales que hacen perder de vista la unidad sustancial del rito: «Tantas personas se lamentan hoy del hecho de que ya no haya dos misas iguales –explica Ratzinger– hasta el punto de llegar
a preguntarse si existe todavía una liturgia católica.Este punto de vista es sin duda exagerado, pero el peligro existe.

De aquí mi invitación: liberémonos de nosotros mismos y abandonémonos a una realidad más grande». Ratzinger afirma que la liturgia no es sólo un componente ritual, sino que representa un elemento central de la Iglesia
católica y de la fe cristiana, y precisamente por esto es capaz de acercar a los fieles a la unión con Dios y a su obra universal. Pero el mundo moderno socava la posibilidad de entender este tipo de planteamiento: «El gran peligro de nuestro tiempo para la liturgia (como también para la catequesis) es que su dimensión cósmica es demasiado extraña a nuestra cultura individualista».El cardenal no ofrece ejemplos concretos; pero en su obra «El espíritu de la liturgia» critica el uso de la danza: «Yo mismo he asistido a una celebración en la que el acto penitencial ha sido sustituido por una representación de danza que, como es obvio, concluyó con un aplauso: ¿se nos podía alejar de un modo mejor de aquello que realmente es la penitencia?» Y añade: «Ningún rito cristiano conoce la danza».

El Prefecto se muestra favorable a orientar nuevamente hacia el este los altares así como el rostro de los fieles durante la celebración eucarística. «La oración orientada hacia el este es una tradición que viene desde los orígenes, y es expresión fundamental de la síntesis cristiana del mundo y de la historia». Con el concilio los altares se han dirigido hacia el pueblo. Si no es posible dirigir el altar hacia el oriente, se debería dirigir hacia la cruz colocada sobre el altar.
«Entre los fenómenos verdaderamente absurdos de nuestro tiempo enumero el hecho de que la cruz sea colocada a un lado para dejar libre la mirada hacia el sacerdote. Pero, la cruz durante la Eucaristía, ¿es una distracción? ¿Es más importante el sacerdote que el Señor?» Por lo tanto, quizás se debería cambiar algo: «Yo estoy a favor de la estabilidad. Si se cambiara la liturgia todos los días sería algo insoportable. Pero también la excesiva rigidez –dice Ratzinger– es contraproducente. Cada generación debe ser capaz de ver aquello que se puede mejorar para estar siempre en sintonía con los orígenes y el verdadero espíritu de la liturgia. Creo que hoy hay efectivamente materia, para la nueva generación, para "reformar la reforma".

La Stampa, 29 de diciembre de 2001

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