RADIO CATÓLICA ON-LINE

sábado, 22 de diciembre de 2007

Liturgia del Ciclo Natalicio
















Fuente: www.revistaecclesia.com
Autor: Jesús de las Heras Muela

I. La Navidad es la celebración, memoria y actualización del acontecimiento salvífico histórico del nacimiento de Jesucristo, de la manifestación de la salvación de Dios en Jesús de Nazaret.

II. El centro de la Navidad lo constituye el alumbramiento de Jesús, Hijo de Dios e Hijo de María, en Belén de Judá. Es el insondable misterio de un Dios nacido en la carne. El que ha nacido de la Virgen es Hijo de Dios e Hijo de hombre. Afirmamos las dos realidades juntas, sin merma de ninguna de ellas, sin deterioro, sin que deje de ser realmente Dios y realmente hombre.

III. Navidad es adentrarse en el misterio de la encarnación del Hijo de Dios. La fe descubre, sin escándalo, a la Majestad divina humillada; a la Omnipotencia, débil; a la Eternidad, mortal; al Impasible, padeciendo; al Bendito, maldecido; al Santo, hecho pecado por nosotros; al Rico, empobrecido para enriquecernos; al Señor, tomando forma de siervo para liberarnos de la esclavitud.

IV. La Navidad, con toda su sencillez y ternura, con su misterio y su gracia, es mucho más que un tiempo ingenuo o explotado por la sociedad de consumo. Es el tiempo de Dios y el tiempo del hombre. El clima creado por la liturgia de estos días pretende provocar la fe en la manifestación divina, la apertura a la gracia, la necesidad del amor y del seguimiento a Jesucristo.

V. La liturgia de la Iglesia prolonga el tiempo de Navidad hasta la Epifanía, que se fija en el sentido y significado de este acontecimiento. Navidad es la eclosión de la luz y la luz es para alumbrar, para calentar, para guiar.

VI. La liturgia de Navidad y Epifanía se subdivide, a su vez, en la semana dentro de la Navidad, la semana de la octava y las ferias de los días de Epifanía hasta la celebración de la festividad del Bautismo del Señor. Durante toda la octava de la Navidad se debe rezar o cantar el Gloria en la Eucaristía y el Te Deum en el oficio de lecturas de la Liturgia de la Palabra. Igualmente, se recomienda cantar el Aleluya, previo a la proclamación del Evangelio, en la Misa, o, en la Liturgia de las Horas, donde se prescriba como Responsorio breve.

VII. La liturgia de Navidad y Epifanía, desde el Nacimiento hasta el Bautismo en el Jordán, va desgranando las primeras manifestaciones de la salvación de Dios en Jesús: a los pastores, a los magos, en el templo, a los discípulos en Caná de Galilea.

VIII. Desde las celebraciones vespertinas de la Navidad (tarde del 24 de diciembre) hasta la festividad del Bautismo del Señor (este año 2003, el domingo día 12 de enero) discurre el tiempo litúrgico de Navidad y Epifanía. Su color litúrgico es el blanco. La alegría, el gozo y la celebración de la Natividad y de la Manifestación de Jesucristo son sus características principales.

IX. Dentro de la octava de la Navidad hay otros dos grandes fiestas: la Sagrada Familia y Santa María Madre de Dios. El domingo dentro de la octava de la Navidad es la festividad de la Sagrada Familia, que, en la Iglesia Católica en España, coincide con el día de la familia y de la vida. Este año es el día 29 de diciembre. En el día de la octava de la Navidad (1 de enero), toda la Iglesia Católica celebra la solemnidad de la Maternidad divina de la Virgen María. Desde 1968, por disposición del Papa Pablo VI, es también el día de la Jornada Mundial de oración por la paz, que conlleva siempre mensaje papal.

X. La Epifanía es una fiesta más conceptual. Celebra el mismo misterio de la Navidad, pero va más directamente a su significación salvadora. Palabras claves de este tiempo son: iluminación, manifestación, aparición, desvelamiento. El día 6 de enero la Iglesia celebra la Epifanía del Señor. Este misterio complementa al de Navidad. Este año cae en lunes. En España se une a este día la popularmente llamada festividad de los Reyes Magos. El evangelio de esta solemnidad litúrgica es precisamente la adoración de los magos de oriente. La Iglesia Católica en España, en el contexto de esta solemnidad de marcado carácter misional, celebra el día 6 de enero el día de los catequistas nativos y del Instituto Español de Misiones Extranjeras (IEME). El ciclo litúrgico de la Navidad concluye la fiesta del Bautismo del Señor, el comienzo de su vida pública.

jueves, 20 de diciembre de 2007

Mons. Bartolucci: Una interesante entrevista




Hacemos eco de una riquísima entrevista a Mons Bartolucci, Ex Director de la Capilla Sixtina, considerado el coro particular del Santo Padre.



por Riccardo Lenzi.

Pregunta: Maestro Bartolucci, no menos de seis papas han asistido a sus conciertos. ¿Cuál de todos ellos podría decir Ud. que ha sido el más experto en materia de música?

Respuesta: En el más reciente, Benedicto XVI. Toca el piano, tiene un profundo conocimiento de Mozart, ama la liturgia de la Iglesia y consecuentemente pone un gran énfasis en la música. Pío XII era un gran amante de la música y frecuentemente tocaba el violín. La Capilla Sixtina le debe mucho a Juan XXIII. En 1959 me dio permiso para restaurar la Sixtina que, desafortunadamente estaba en muy malas condiciones en parte a causa de la enfermedad del director anterior, Lorenzo Perosi. No tenía ya miembros estables, archivo musical o tan siquiera una oficina. De modo que obtuvimos la oficina, despedimos a los falsettos y la composición del coro lo mismo que los honorarios de sus miembros quedaron establecidos. Finalmente también fue posible organizar el coro de niños. Luego vino Pablo VI, pero era sordo para la música, y no se cuánto aprecio tenía de ella.

Pregunta: ¿Fue Perosi el así llamado restaurador del oratorio italiano?

Respuesta: Perosi fue un auténtico músico, un hombre completamente consumido por la música. Tuvo la buena fortuna de dirigir la Sixtina en los tiempos del Motu Proprio sobre la música sagrada, que verdadera y justamente quería purificar de los efectos teatrales de los que estaba contaminada. Pudo haber dado un nuevo impulso a la música de la Iglesia, pero desafortunadamente no tenía una comprensión adecuada de la polifonía en la tradición de Palestrina y en la tradición de la Sixtina. También ¡confió la dirección del coro de canto gregoriano al vice-maestro! Sus composiciones litúrgicas con frecuencia se destacaban por un estilo ceciliano superficial, tan alejado de esa perfecta fusión de texto y música.

Pregunta: Perosi imitaba a Puccini...

Respuesta: Pero Puccini era un hombre inteligente. Y sus fugas son en mucho superiores a la de Perosi.

Pregunta: ¿Fue Perosi, de alguna manera, el precursor de la vulgarización actual de la música sagrada?

Respuesta
: No exactamente. Hoy en día, la moda en las iglesias es la de las canciones inspiradas en el pop y en el estruendo de las guitarras, pero la culpa es sobre todo en los pseudo intelectuales que han fabricado esta degeneración de la liturgia, y así, de la música, tirando por la borda y despreciando la herencia del pasado con la idea de obtener quien sabe qué ventajas para la gente. Si el arte de la música no regresa a su grandeza dejando de ser un subproducto, no tiene sentido preguntarse qué función cumple en la Iglesia. Estoy en contra de las guitarras, pero también estoy en contra de la supeficialidad del movimiento ceciliano en la música. Es más o menos la misma cosa. Nuestro lema debe ser: ¡volvamos al Canto Gregoriano y a la polifonía en la tradición de Palestrina, y sigamos por ese camino!

Pregunta: ¿Cuáles son las iniciativas que Benedicto XVI debería llevar adelante para realizar este plan en un mundo de discotecas y iPods?

Respuesta: El gran repertorio de la música sagrada que nos ha sido entregado desde el pasado está compuesto por Misas, ofertorios, responsorios: antiguamente no existía nada así como una liturgia sin música. Hoy no hay lugar para este repertorio en la nueva liturgia, que es una conmoción discordante -y es inútil fingir que no lo es-. ¡Es como si le hubiesen pedido a Michelangelo que pintase el Juicio Final sobre una estampilla! Dígame, por favor, como es posible hoy interpretar un Credo, o inclusive un Gloria. Primero deberíamos regresar, al menos para las misas solemnes o de días festivos, a la liturgia que da a la música su lugar propio y se expresa en el lenguaje universal de la Iglesia, el latín. En la Sixtina, después de la reforma litúrgica, yo pude mantener vivo el repertorio tradicional de la Capillla solo en conciertos. Solamente piense ¡la Missa Papae Marcelli de Palestrina no ha sido cantada en San Pedro desde el tiempo del papa Juan XXIII! Se nos dio graciosamente el permiso para interpretarla durante la conmemoración de Palestrina, y ellos la querían sin el Credo, pero en ese momento no cedí y fue interpretada en su totalidad.

Pregunta: ¿Cree Ud. que la asamblea de los fieles debería participar en el canto de las melodías gregorianas durante las celebraciones litúrgicas?

Respuesta: Hay que hacer distinciones en la interpretación del Canto Gregoriano. Parte del repertorio, por ejemplo los Introitos o los Ofertorios requieren un nivel de refinamiento artístico extremadamente elevado y solo pueden ser interpretados apropiadamente por verdaderos artistas. Pero hay una parte del repertorio que es cantada por el pueblo: pienso en la Misa de Angelis, la música procesional, los himnos. En otro tiempo era muy conmovedor escuchar a los fieles cantar el Te Deum, el Magnificat, las letanías, música que la gente habia asimilado y había hecho propia. Hoy poco de esto queda ya. Y más aún, el Canto Gregoriano ha sido distorsionado por las teorías rítmicas y estéticas de los Benedictinos de Solesmes. El Canto Gregoriano nació en tiempos violentos, y debe ser viril y fuerte y no la dulce y confortable adaptación de hoy en día.

Pregunta: ¿Cree Ud. que las tradiciones musicales del pasado están en vías de desaparición?

Respuesta: Parece una afirmación razonable: si no hay continuidad para mantenerlas vivas, están destinadas al olvido, y la liturgia en curso ciertamente no las favorece.... Soy por naturaleza un optimista, pero juzgo la presente situación con todo realismo y creo que un Napoleón sin generales puede hacer poco. El lema actual es "…ve a la gente, mírala a los ojos"…, ¡pero todo esto es un montón de palabras vacías! Haciendo esto solo nos celebramos a nosotros mismos, y el misterio y la belleza de Dios permanecen escondidas para nosotros. De hecho, estamos siendo testigos de la decadencia de Occidente. Un obispo africano me dijo cierta vez: "…Tenemos la esperanza de que el Concilio no elimine el latín de la liturgia, porque si así lo hiciera, mi país se sumiría en una Babel de dialectos"….

Pregunta: ¿Acaso Juan Pablo II no puso algo de orden en estos asuntos?

Respuesta: A pesar de un número de admoniciones, la crisis litúrgica se agravó más profundamente durante su pontificado. A veces fueron las celebraciones papales mismas las que contribuyeron a esta nueva tendencia con sus bailes y sus tambores. Una vez me fui diciéndoles: "…¡Llámenme cuando se acabe el show!"…. Ud. bien advierte que si estos son los ejemplos que vienen de San Pedro, las admoniciones y las quejas no son de mucho provecho. Siempre objeté estas cosas. Incluso aunque me echaran a patadas, en apariencia se debió al hecho de haber cumplido los 80, y no me arrepiento de lo que hice.

Pregunta: ¿Que significaba en otro tiempo cantar en la Sixtina?

Respuesta: El lugar y el Coro formaban una unidad, lo mismo que la música y la liturgia conforman una unidad. La música no es un mero ornamento, sino que da vida al texto litúrgico, y el cantor es de algún modo un sacerdote.

Pregunta: ¿Es posible, hoy en día, componer en el estilo del canto gregoriano?

Respuesta: Por un lado, necesitamos recuperar el espíritu y la solidez. Pero la Iglesia ha hecho lo contrario, favoreciendo las melodías simplonas, inspiradas en el pop, fáciles a los oídos. Se pensó que esto haría feliz a la gente y este es el camino que se eligió. Pero eso no es arte. El gran arte es densidad.

Pregunta: ¿No afirmaría Ud. que algún compositor de hoy en día es capaz de revivir esta tradición?

Respuesta: No es una cuestión de aptitud: es la atmósfera lo que falta. La falta no es de los músicos, sino de lo que le piden que hagan.

Pregunta: Y sin embargo, los monjes de Santo Domingo de Silos han vendido milliones de CDs de Canto Gregoriano. También podemos mencionar la tercera sinfonía de Gorecki, con sus referencias medievales...

Respuesta: Son fenómenos de la sociedad de consumo que tienen poco interés para mí.

Pregunta: Pero hay compositores de autoridad indiscutible que han puesto la fe en el centro del escenario, como por ejemplo Pärt o Penderecki...

Respuesta: Ellos no tienen el sentido litúrgico. Mozart fue también un grande, pero dudo que su música sagrada se encuentre cómoda en una catedral. Pero el Canto Gregoriano y Palestrina se complementan sin fisuras con la liturgia.

Pregunta: En efecto, las cartas de Mozart no manifiestan ningún sentimiento religioso relevante. Y aún así, el "…et incarnatus est"… de su misa en C menor, la frase soprano de los vientos explica perfectamente el misterio de la encarnación...

Respuesta: No se olvide de que el padre de Mozart era maestro de capilla. Y de este modo, lo quisiera o no, respiró profundamente el aire de la Iglesia. Siempre hay algo muy concreto, en especial en la niñez de un hombre, que explica su profundidad espiritual. Piense en Verdi, quien siendo niño fue instruido musicalmente por un sacerdote y tocaba el órgano en la misa.

Pregunta
: ¿Se siente un poco solo, sin herederos?

Respuesta: No ha quedado ninguno. Creo que soy el último Maestro de Capilla.

Pregunta: Pero en Leipzig, en la iglesia de Santo Tomás, ejerce el décimosexto Kantor desde la época de Bach...

Respuesta: En Alemania, en el ámbito protestante, los descendientes del compositor de los concierto de Brandemburgo cuidan celosamente su identidad. Verdi con toda razón decía que los alemanes son los hijos fieles de Bach, mientras que los italianos son los hijos degenerados de Palestrina.

Pregunta: Hablando de Verdi, la gran música sagrada no siempre es compatible con la liturgia...

Respuesta: Por cierto que no. La Misa de Requiem de Verdi no puede ser propiamente llamada misa apta para la liturgia, ¡pero piense en el poder con que el significado del texto emerge de ella! Beethoven, también: escuche el comienzo del Credo. Es completamente diferente del estilo propio del movimiento ceciliano. Estas son obras maesras de la música sacra que tienen su lugar adecuado en los salones de concierto.

Pregunta: Bruckner también era un compositor muy inspirado...

Respuesta: Tenía el defecto de ser excesivamente largo. Su misa para vientos, en E menor, es muy tediosa.

Pregunta: ¿Estaba en lo correcto Malher cuando decía que Bruckner era "…un semidios y un semitonto"…?

Respuesta: Es correcto. Tenía momentos extraordinarios, como sus tratamientos magistrales con el arco. Pero luego empezaba a exagerar y entonces...

Pregunta: ¿A Ud. le gusta Malher?

Respuesta: Es como Bruckner, en extremo repetitivo. A uno le gustaría gritarle, llegado cierto punto: ¡córtala, ya entendimos!

Pregunta: Según Ratzinger, hay una música que es un fenómenos de masas, la música pop, y que es medida según los parámetros del mercado. Y hay una música culta, cerebral que está destinada a una pequeña élite...

Respuesta: Esta es la música de los modernos, desde Schönberg en adelante, pero la música sacra debe seguir el espíritu del Gregoriano y respetar la liturgia. El cantor en la Iglesia no está allí como artista, sino como quien ora, o como alguien que predica con el canto.

Pregunta: ¿Envidia a las Iglesia Orientales?

Respuesta: No han cambiado nada, y bien que han hecho. La Iglesia Católica ha renunciado a ser ella misma y a su ornamento propio, como esas mujeres que se hacen cirugía plástica: se vuelven irreconocibles y a veces sufren graves consecuencias.

Pregunta: ¿Fue su padre quien lo trajo a la música?

Respuesta: Era un trabajador en una fábrica de ladrillos en Borgo San Lorenzo, en la provincia de Firenze. Amaba cantar en la iglesia. Y amaba las romanzas de Verdi y Donizetti. Pero en aquel tiempo todo el mundo cantaba: los granjeros mientras cosechaban sus viñas, los zapateros mientras hacían su trabajo en la soledad de su taller. Había bandas en la piazza, durante las vacaciones venían directores de orquesta desde Florencia y el teatro de nuestra zona tenía dos temporadas por año. Hoy todo eso se ha perdido.

Pregunta: En Italia las autoridades han cortado el financiamiento de las orquestas y los teatros...

Respuesta: Hicieron bien. Esas organizaciones tenían demasiada gente que era simplemente un peso muerto. Tome por ejemplo las oficinas administrativas. al comienzo había cuatro o cinco personas, ahora hay veinte o veinticinco.

Pregunta: ¿En qué sentido pueden Palestrina, Lasso o Victoria ser considerados relevantes?

Respuesta: Por su densidad musical. Palestrina es el padre fundador, que primero que entendió lo que significa hacer música… intuyó la necesidad del elemento contrapuntístico vinculado con el texto, al contrario de la complejidad y de las reglas de composición flamencas.

Pregunta
: El filósofo Schopenhauer decía que la música es la cumbre de todas las artes, la objetivización inmediata de la Voluntad. Para los católicos ¿puede definirse como la expresión directa de Dios, de su Palabra?

Respuesta: La música es Arte, arte con mayúsculas. La escultura es mármol, y la arquitectura tiene el edificio. Ud. ve la música solo con los ojos del espíritu… entra en Ud. Y la Iglesia tiene el mérito grandioso de haberla cultivado en sus cantorías, de haberle dado su sintaxis y su gramática. La música es el alma de la palabra que se convierte en arte. Es aquella que más definitivamente lo predispone a descubrir y dar la bienvenida a la belleza de Dios. Por esta razón, ahora más que nunca la Iglesia debe recuperarla.

domingo, 9 de diciembre de 2007

MIL AÑOS DE MÚSICA SAGRADA



















Tomado de "Filomúsica"



El álbum que nos presenta Virgin Classics con el título de "1000 años de música sacra" parece apuntar a unos objetivos más ambiciosos que los habituales en las recopilaciones de tipo "popurrí". En lugar de los dos CD's de siempre, aquí tenemos nada menos que 5, con piezas de música sacra presentadas por orden cronológico; cada disco forma una unidad temática propia, referida a una época determinada; el conjunto se acompaña de una concisa historia de la música sacra a través de sus autores y de un Glosario, textos que en el ejemplar entregado para crítica venían íntegramente en inglés: como también el título de la portada venía en inglés ("1000 years of sacred music") y sin embargo, en las tiendas lo hemos visto con su título en español, por lo cual es de suponer que los textos de dentro también se hayan traducido. Los ejemplos musicales (seleccionados del catálogo de Virgin Classics con algún préstamo de EMI) son en parte fragmentos de obras grandes, pero también hay obras que aparecen íntegras.

Nos encontramos, por tanto, ante un producto que pretende ser una antología de la música sacra de los últimos 10 siglos y mostrar la evolución del género; hasta qué punto lo ha conseguido es el tema del que hablamos en el resto del presente artículo.


El primer CD está dedicado a la música en la Edad Media hasta la consolidación de la polifonía, terminando precisamente con la primera misa polifónica de gran fama, la Misa de Notre Dame de Machaut. Comienza, lógicamente, con el canto gregoriano, aunque no con los sempiternos monjes de Silos, sino con dos fragmentos del Oficio para la Epifanía cantados por la Schola Cantorum Coloniensis y la Schola Cantorum de Solingen. A continuación aparece documentada extensamente la transición de la monodía a la polifonía con varios ejemplos cantados por el Ensemble Gilles Binchois: una Misa de Pascua del siglo XI y un Oficio para el Año Nuevo de la catedral de Puy-en-Velay, ya en el siglo XII. A continución figura Perotin, uno de los pioneros de la polifonía de la llamada "Escuela de Notre Dame", con un Allelluia posuis adjutorium y el disco termina, como se dijo, con 4 fragmentos de la Misa de Notre Dame de Machaut, interpretada por Andrew Parrott y su Taverner Consort & Choir, una versión muy animada, casi "rítmica" aunque hay que preguntarse si eso será muy medieval.

Además de lo dicho, el CD 1 comprende algunas piezas que se salen de la música propiamente litúrgica: un motete del famoso Pedro Abelardo (famoso por su amor por Eloísa, pero no como compositor), O quanta qualita, que escuchado aquí suena a música trovadoresca, y dos fragmentos del Llibre Vermell de Montserrat, cantos de peregrinos de argumento religioso pero que no son propiamente música sacra (si se considera tal, ¿por qué no incluir las Cantigas de Santa María?). Es una pena que con dos obras se rompa un tanto la unidad del disco 1, y además no haya espacio para que la Misa de Notre Dame pudiera aparecer completa, esto es, completas sus partes polifónicas (sólo han quedado fuera el Credo y el final, Ite, Missa est). Además, otra unidad que en cierto modo se rompe es la de las versiones utilizadas, al incluir en la obra de Abelardo (como en la de Perotin) una grabación, ya con años a sus espaldas, protagonizada por Thomas Binkley y su Studio der Frühen Musik, pioneros de la grabación de música medieval cuyos trabajos fueron muy celebrados en su día, pero que hoy ya hay muchos que consideran superados. En cuanto al Llibre Vermell, la versión utilizada es, cómo no, la famosa grabación de Jordi Savall, de un refinamiento y una exquisitez absolutos (que pueden llevar a preguntarse si esta música era de peregrinos o de príncipes).


El segundo CD podría titularse "La edad de oro de la polifonía" porque ese es el repertorio que comprende, abarcando la Baja Edad Media, el Renacimiento y el primer Barroco. Así, podemos encontrar a conjuntos vocales como el prestigioso The Hilliard Ensemble, dirigido por Paul Hillier, en motetes como el Veni Creator de Dunstable (muy buena versión, aunque donde esté la de Pro Cantione Antiqua en Archiv...), Nuper Rosarum Flores de Dufay (escrito para la inauguración de la iglesia de Santa María de las Flores, en Florencia, la misma para la que Brunelleschi construyó su famosa cúpula), Alma redemptoris mater de Ockeghem o un Padrenuestro de Josquin Desprez. Todos los mencionados (salvo Dunstable) pertenecen a la llamada "Escuela franco-flamenca" de los siglos XV-XVI; el nombre importante que falta es Orlando de Lasso, o Roland de Lassus como se le escribe aquí, que también está representado por un motete, Resonet in laudibus cantado por The King's Singers.

Contemporáneo de Lasso es Palestrina, que aquí no está representado por ninguna de sus obras más famosas (la Misa del Papa Marcelo o el Stabat Mater) sino por un fragmento de El Cantar de los Cantares, a cargo del Hilliard Ensemble, y un Ave María dirigido por Timothy Brown al coro del Clare College de Cambridge. Hay que reseñar el olvido total de la polifonía española del Siglo de Oro, parece increíble que en una antología como esta se olviden de un Tomás Luis de Victoria, por ejemplo. Hay que considerar que para esta selección hay que ceñirse a lo que tengan grabado EMI o Virgin en sus archivos, pero aun así parece muy difícil que no se pudiera haber encontrado nada de Victoria. Por su parte, de la polifonía inglesa del Renacimiento sólo se ha incluido el que podríamos decir que es su mayor "hit", el famoso motete a 40 voces Spem in alium de Thomas Tallis, nuevamente en buena versión de Parrott y los Taverner.

Ya dentro del primer barroco nos encontramos con una muestra de Monteverdi (el "Beatus Vir" de la Selva Morale e Spirituale, de nuevo por Parrott), otra de Schütz (el motete Jauchzet dem Herren alle Welt en versión dirigida por Heinz Hennig) y por último, otra de las obras más famosas de la historia de la polifonía, el Miserere de Allegri, célebre entre otras cosas por haber sido copiado por Mozart de memoria tras una sola audición. Lo interpreta uno de los mejores coros de Inglaterra, el del King's College de Cambridge (¡qué voces blancas!), aunque la dirección de Stephen Cleobury no es tan buena como la de Willcocks en su grabación para Decca (por desgracia, esta última está cantada en inglés en vez del latín original).


El tercer CD abarca el resto del Barroco, y aquí hay que decir que 13 de los 23 "tracks" del disco contienen música de compositores franceses, lo que puede darnos una idea de dónde se llevó a cabo esta compilación. El primer francés representado es Charpentier, con el famoso Te Deum (el que comienza con el "Himno de Eurovisión", que puede oírse aquí) dirigido por Marriner y la Misa del gallo, dirigida por Willcocks, versiones tomadas de EMI e interpretadas con instrumentos modernos y no de época, aunque algunas de las voces empleadas (Upshaw o Murray en la primera, Bowman en la segunda) les dan un indudable atractivo. Otros barrocos franceses presentes son: Henry du Mont con un fragmento de su Nisi Dominus dirigido por Olivier Schneebeli, André Campra con otro fragmento de su Miserere dirigido por Malgoire, Clérambault con extractos también de un Miserere para coro y órgano (en versión dirigida por Emmanuel Mandrin), Couperin con su Motete Tabascere me fecit por Christophe Rousset, y Rameau con otro motete, In convertendo, en versión dirigida por Hervé Niquet. En las piezas de Clérambault se puede observar que la escritura para coro no había cambiado mucho desde los tiempos de la polifonía, y lo mismo, aunque en menor medida, se puede notar en la de Couperin (del cual, curiosamente, no se ha seleccionado nada de las mucho más famosas Lecciones de tinieblas).

Como en la música barroca también hubo compositores que no eran franceses, he aquí el resto del contenido del tercer CD: Italia se reduce a dos nombres, Vivaldi con su Gloria en re nuevamente en versión de Andrew Parrott y Pergolesi con su Stabat Mater cantado y dirigido por Gerard Lesne. En cuanto a los alemanes, residentes en su país o emigrados, encontramos a "un tal" Haendel que se merece sólo dos tracks (contra los 5 de Charpentier), uno con el comienzo del Dixit Dominus (otra vez por Parrott) y el otro con el hiperfamoso coro "Hallelujah" de El Mesías, que aparece en versión cantada por el coro del King's College de Cambridge y dirigida por David Willcocks. Siendo un mínimo de mínimos (o ni eso) al menos representa las dos facetas de Haendel dentro de la música sacra, esto es, las obras litúrgicas y los oratorios. Y, por último, de "otro tal" Johann Sebastian Bach encontramos tres fragmentos: uno de la Cantata 147 (el famoso coro "Jesús, alegría de los hombres" dirigido, cómo no, por Andrew Parrott), de la Misa en si menor (en la primera grabación de Herreweghe, cantando Charles Brett) y de la Pasión según san Juan (el coro final, nuevamente por el insustituible Parrott). Aunque se han dejado fuera obras mucho más conocidas, como la Pasión según san Mateo, al menos los tres fragmentos elegidos representan a Bach en tres de los géneros sacros que cultivó: la cantata, la Pasión y la Misa.


El cuarto CD recorre el espacio que va desde el Clasicismo del siglo XVIII (representado aquí únicamente por Mozart) hasta comienzos del siglo XX (Requiem de Fauré), atravesando todo el Romanticismo del XIX. En ese período es donde se han compuesto los cuatro Requiem más famosos del repertorio: Mozart, Brahms, Verdi y Fauré, y de los cuatro se incluyen fragmentos en este disco (un quinto sería el de Berlioz, no incluido aquí). EMI posee versiones de referencia de todos ellos, pero aquí se han preferido grabaciones modernas y a poder ser con instrumentos originales. De ahí que los fragmentos del Requiem de Mozart ("Introito y Kyrie" y "Lacrimosa") se hayan escogido en la versión dirigida por Norrington, muy mediocre pero "provocadora" por lo que tiene de novedad, o que el mismo Norrington sea quien dirija el fragmento elegido del Requiem de Brahms, con intervención de la soprano Lynne Dawson. En el de Verdi (del que aparecen el "Dies Irae" y el "Lux Aeterna") se ha elegido la grabación drigida por Michel Plasson, que al menos da la oportunidad de escuchar al magnífico Orfeón Donostiarra, y para el de Fauré se ha acudido a una grabación originalmente hecha para Virgin, la dirigida por David Hill; se incluyen el "Pie Jesu", el "Libera me" y el "In paradisum".

Aparte de los Requiem, hay otras obras y autores que tenían que estar en una recopilación de este tipo, y en general "son todos los que están". Así, del propio Mozart, aparte del Requiem había que incluir esa pequeña joya llamada Ave Verum, también por Norrington (algo más fino aquí); de Beethoven no podía faltar su Missa Solemnis (de la que se incluye un fragmento del "Agnus Dei" dirigido por Jeffrey Tate; lástima que no hayan elegido la versión de Klemperer); de Cherubini, un autor de capital importancia dentro de la historia de la música sacra, aparece el "Introito y Kyrie" de su Requiem en memoria de Luis XVI, en versión procedente del ciclo dedicado a las misas de este autor que ha grabado para EMI Riccardo Muti; otro imprescindible es Rossini, el que aparece aquí el "Inflammatus et accensus" de su Stabat Mater, también dirigido por Muti.

Y siguen los autores que han tenido su peso específico en la música sacra del XIX: Schubert, con su penúltima obra, el Himno al Espíritu Santo procedente del ciclo de sus partituras corales grabado por Wolfgang Sawallisch, y que al menos es una obra completa y no un fragmento, aunque hubiera sido más representativo incluir algo de la Misa D 950 (no el sempiterno Ave María, ya que no es propiamente música sacra). Otro nombre fundamental, Mendelssohn, tampoco aparece con lo más conocido (Elías) sino con su Salmo 42 dirigido por Richard Hickox; de Gounod tampoco escuchamos su Ave María sino el "Domine salvum" de su importante Misa de Santa Cecilia, que incluye la llamada "Oración por el ejército", un momento de música militar dentro de la liturgia; por último, de Franck tampoco aparece el sempiterno Panis Angelicus sino un coro de su oratorio Redención, dirigido por Michel Plasson.

En conjunto, este cuarto CD da una buena panorámica de los autores de música sacra importantes en este período, por más que haya habido que dejar fuera otros nombres también fundamentales (Haydn, Berlioz, Liszt, Bruckner).


El quinto y último disco abarca los últimos 100 años, un período que ha destacado menos que los anteriores por el cultivo de la música sacra, quizás un reflejo de que nuestra sociedad se va haciendo cada vez menos religiosa, aunque en los últimos años se ha hablado de un resurgimiento del interés por lo espiritual de la mano de las modas "New Age". Con todo, aún es posible encontrar autores significativos dentro del género. Los más antiguos aquí mostrados son dos rusos, Rachmaninov y Stravinsky: del primero se incluyen dos fragmentos de las Vísperas dirigidos por Tönu Kaljuste al Coro de la Radio Sueca, y del segundo un Credo dirigido por Cleobury al King's College. Pero el grueso del disco se lo llevan tres autores franceses, pues en ese país continuó habiendo durante buena parte del siglo XX una tradición de música religiosa católica. Uno de ellos es Maurice Duruflé, cuyo Requiem (de 1947) tal vez sea la última obra de este género que ha ingresado en los repertorios habituales, y del que aquí escuchamos cuatro fragmentos dirigidos por Cleobury. Los otros dos son Francis Poulenc, representado por sus Cuatro motetes para el tiempo de Navidad (en versión de The Sixteen, dirigidos por Harry Christophers), y Olivier Messiaen, de cuya importantísima obra sacra solamente se incluye el motete O Sacrum Convivium, cantado por el coro de la London Sinfonietta dirigido por Terry Edwards.

En el resto de nombres de este disco hay dos anglosajones: Barber con su Agnus Dei (que es la versión cantada del famoso Adagio para cuerdas, por eso nunca falta en una recopilación de este tipo), en versión del Coro de la Catedral de Westminster dirigido por David Hill, y Britten con A Shepherd's Carol dirigido, al igual que el Motete de Messiaen por Terry Edwards. Pero los tres compositores vivos con que se cierra esta selección pertenecen todos ellos a la Europa del Este: dos polacos (Penderecki y Gorecki) y un estoniano, Arvo Pärt. De Penderecki se incluye un Agnus Dei (no un Ave María como se dice en el libreto), que utiliza algún "cluster" sonoro; de Gorecki el motete Totus Tuus, escrito para el viaje del Papa Juan Pablo II a Polonia en 1987, de escritura más tradicional; ambos los canta el coro del King's College, con Cleobury. En cuanto a Pärt, como cierre de esta recopilación podemos escuchar su tétrico De Profundis dirigido por Tönu Kaljuste.


En resumen, estamos ante una antología que se propone unos objetivos sin duda ambiciosos, que en parte ha conseguido y en parte (según nuestra opinión) aún es mejorable, y que por la información señalada en los párrafos precedentes cada posible comprador de esta recopilación podrá discernir si le interesa o no.




REFERENCIAS:

"MIL AÑOS DE MÚSICA SACRA"
Virgin 7243 5 62126 2 6 (5 CD's)

lunes, 19 de noviembre de 2007














SE NECESITA UN ORGANISMO VATICANO CON AUTORIDAD EN MATERIA DE MUSICA SACRA
Sugiere monseñor Valentín Miserachs Grau

Publicado en ZENIT


CIUDAD DEL VATICANO, martes, 6 noviembre 2007 (ZENIT.org).- La ausencia de una oficina pontificia específica con perfil de autoridad sobre la música sacra ha llevado a la proliferación de cierta anarquía en este campo, por lo que es necesaria tal institución.

Es la sugerencia de monseñor Valentín Miserachs Grau, director del Pontificio Instituto de Música Sacra (PIMS), cuerpo académico y científico que, erigido por la Sede Apostólica, tiene sus orígenes en 1911.

En su edición del 5-6 de noviembre, «L'Osservatore Romano» recoge gran parte de la intervención del sábado en la que -en el Congreso por los 80 años de la fundación del instituto diocesano de música Sacra de Trento— monseñor Miserachs no dudó en apuntar: «en ninguno de los ámbitos tocados por el Concilio [Vaticano II] –y son prácticamente todos--, se han producido mayores desviaciones que en el de la música sacra».

«Jamás he perdido ocasión de denunciar una situación de degradación evidente en el campo de la música litúrgica, en Italia, pero no sólo», reconoció.

«¡Qué lejos estamos del verdadero espíritu de la música sacra, esto es, de la verdadera música litúrgica!», lamentó.

Reconoce la «dignidad y calidad de algunas composiciones de músicos locales y extranjeros, y el esfuerzo, en absoluto fácil, de dotar a nuestras liturgias de un digno repertorio musical».

Pero cuestiona: «¿Cómo podemos soportar que una oleada de profanidades inconsistentes, petulantes y ridículas hayan adquirido con tanta facilidad carta de ciudadanía en nuestras celebraciones?».

Es un gran error, en su opinión, pensar que la gente «deba encontrar en el templo las mismas necedades que se le propinan fuera», pues «la liturgia deben educar al pueblo –incluidos jóvenes y niños— en todo, también en la música».

«Nova et vetera»

La realidad es que «mucha música que se escribe hoy, o se pone en circulación, ignora sin embargo no digo la gramática, sino hasta el abecedario del ate musical», deplora.

Y «sobre la base de una ignorancia general, especialmente en ciertas sectores del clero» --denuncia--, los medios de comunicación actúan como altavoz «de ciertos productos que, carentes de las características indispensable de la música sacra (santidad, arte verdadero, universalidad), nunca podrán procurar un auténtico bien a la Iglesia» .

Por eso --dice-- «se impone actualmente una enérgica "reforma" en el sentido de una radical "conversión" hacia la norma de la Iglesia; y tal "norma" tiene como punto cardinal el canto gregoriano, ya sea en sí mismo que como principio inspirador de buena música litrúgica».

«Nova et vetera» --resume--: «el tesoro de la tradición y las cosas nuevas, pero enraizadas en la tradición».

Citando a monseñor Miserachs, el diario, como voz oficiosa de la Santa Sede, recoge que, «tras el Concilio Vaticano II, la ausencia de directivas vinculantes sobre la música sacra ha llevado a un abajamiento gradual del nivel artístico de los cantos litúrgicos».

Quienes en este ámbito «están llamados a hacer elecciones han tenido que trabajar autónomamente y con frecuencia sin competencia --prosigue--, perdiendo en muchos casos el contacto con la tradición y sobre todo con el principio inspirador representado por el canto gregoriano».

Éste --reiteró monseñor Miserachs-- no debe quedarse en el ámbito académico, concertístico o discográfico, «no se debe momificar», sino que «debe volver a ser canto vivo, también de la asamblea, que en él encontrará el sosiego de las más profundas tensiones espirituales, y se sentirá verdaderamente pueblo de Dios».

Visto este panorama, son muchos los que se han dirigido al PIMS –confirma su director— como si se tratara de un órgano con facultades normativas en materia de música sacra, mientras que no es sino «una institución académica que tiene como misión la enseñanza –y naturalmente la práctica— de la música sacra».

«A mi juicio sería oportuna la institución de una oficina dotada de autoridad en materia de música sacra», sugiere.

«No es que sólo eso pueda bastar para resolver radicalmente el problema --admite--, pero me parece que, mientras no se disponga de tal instrumento, la acción de unos pocos, ya sean diócesis o territorios enteros, queda aislada, como si se tratara de una iniciativa privada».

Esta sugerencia no está vinculada --puntualiza— a «un eventual y ocasional restablecimiento del rito de Pío V», indicado hace pocos meses por Benedicto XVI.

«Volvemos sencillamente al Concilio Vaticano II para constatar que la voluntad de los padres conciliares exigía para el nuevo rito de Pablo VI que no hubiera que desviarse jamás de esta vía», concluye.

El Misal Romano promulgado por Pablo VI (procediendo a la reforma litúrgica, en 1970) --y reeditado dos veces por Juan Pablo II-- es y permanece como forma normal u ordinaria de la Liturgia Eucarística de la Iglesia católica de rito latino.

viernes, 26 de octubre de 2007

Falleció el Rev Lucien Deiss


Con profunda pena nos enteramos del sensible deceso del Padre Lucien Deiss. Incansable Apostol de la Música Sagrada, a través de sus composiciones dejó una propuesta de Nuevo Canto Sagrado, al fusionar en sus obras textos de la Sagrada Escritura y melodías de inspiración gregoriana.

A reserva de dedicarle algunos Post a su vida y obra, presentamos aquí una traducción de la noticia de su deceso publicada originalmente en el portal Catholic on line, esperando como siempre sus gentiles comentarios.



El Martes 9 de octubre de 2007, el Reverendo Lucien Deiss C.S.Sp.,celebró lo que él refirió como: "el día más alegre de mi vida", su regreso al Hogar para estar con el Señor. Sus funerales se celebrarán el próximo sábado 13 de Octubre en el "Seminario de Misioneros" in Larue, Francia.

Mejor conocido entre los Católicos romanos en EE. UU. por sus Cantorales como "All the Earth", "Keep in Mind" y "Grant to us, O Lord", el Padre Deiss fue también considerado en Europa y en los EE.UU. como un erudito en el campo de la Sagrada Escritura y la Patristica.

Fue designado por el Papa Pablo VI para coordinar la edición del Leccionario "Psaliter" tras concluir el Concilio Vaticano II. Su obra "Himnos y Salmos Bíblicos" fue el primer gran medio por el que millones de católicos en los EE.UU. vinieron a cantar la Palabra de Dios y atesorarla en sus corazones.

Por esta labor le fue conceddio el título honorario de Doctor en Música Sacra de la Universidad de Duquesne.

Un incansable defensor de las reformas del Concilio Vaticano II, el Padre Deiss continuamente alentó a los que trabajaron en la reforma litúrgica en los Estados Unidos a permanecer en ferviente oración al Espíritu Santo, y dedicó gran parte de su vida a la catequesis litúrgica a través de talleres y el bien conocido "Deiss days", patrocinado por su editor World Library Publications (WLP), (entonces considerada como la Biblioteca Mundial de Música Sacra). Fue, por encima de todo, un hombre de oración, dedicado a la celebración de la Eucaristía, y siempre lleno de un suave y amable humor.

Miembro de la Congregación del Espíritu Santo, estuvo profundamente involucrado en la Reforma Litúrgica del Leccionario durante el desarrollo del Vaticano II y fue integrante del Concilio sobre liturgia. Fue especialista en exégesis bíblica y ocupó formalmente la Cátedra de Sagrada Escritura y Teología Dogmática en la Escuela Superior de los Padres del Espíritu Santo en París.

El Padre Deiss sirvió como miembro del Comité Bíblico Ecuménico Francés, y Editor de la revista "Assemblee Novelle". Cómo sacerdote misionero realizó su labor durante muchos años con los pobres en algunos paises del mundo, abarcando África, Haití y Taiwan.

El padre Deiss falleció el pasado 9 de octubre de 2007, a la edad de 86 años.

El Reverendo Deiss, quien nació en Francia y residía en el "Seminario de los Misioneros del Espíritu Santo" en Larue, Francia, fue durante toda su vida un Pastor, liturgista, compositor, conferencista internacional, reconocido estudioso de la Escritura, y experto en Música litúrgica.

martes, 9 de octubre de 2007

ALGUNOS CONSEJOS PRACTICOS PARA SOLICITAR LA APLICACIÓN DE LA CARTA APOSTÓLICA “SUMMOROM PONTIFICUM”



Tomado de: "Panorama Católico Internacional"

escribe Carlos M. López Fracasi


Ante la reciente promulgación de la Carta Apostólica de Motu Proprio “Summorum Pontificum” por parte de S.S. Benedicto XVI, es conveniente efectuar algunas breves precisiones jurídicas a fin de evitar presentaciones improcedentes, querellas y cualquier tipo de discordias.

En primer lugar la Carta disipa las dudas de Mons. Arancedo (y de tantos otros pastores) que fueron publicadas hace poco por Panorama Católico. Expresaba entre otras cosas Mons. Arancedo: “Creo que admitir dos expresiones litúrgicas en el seno del rito latino y al interno de una misma Iglesia Particular, debilitaría la fuerza de su comunión y vida pastoral, como el testimonio, además, de su “lex orandi”. El Papa aclara las dudas y escrúpulos que atormentaban, movido por su celo pastoral, al prelado argentino, en el Artículo 1°:” El Misal Romano promulgado por Pablo VI es la expresión ordinaria de la "Lex orandi" ("Ley de la oración"), de la Iglesia católica de rito latino. No obstante el Misal Romano promulgado por San Pío V y nuevamente por el beato Juan XXIII debe considerarse como expresión extraordinaria de la misma "Lex orandi" y gozar del respeto debido por su uso venerable y antiguo. Estas dos expresiones de la "Lex orandi" de la Iglesia no llevarán de forma alguna a una división de la "Lex credendi" ("Ley de la fe") de la Iglesia; son, de hecho, dos usos del único rito romano.”

Misas “sin pueblo” y congregaciones religiosas

Continúa el texto estableciendo los distintos casos de aplicación del Rito Tridentino:
El art. 2°, prescribe que “…en las Misas celebradas sin el pueblo, todo sacerdote católico de rito latino, tanto secular como religioso, puede utilizar sea el Misal Romano editado por el beato Papa Juan XXIII en 1962 que el Misal Romano promulgado por el Papa Pablo VI en 1970, en cualquier día, exceptuado el Triduo Sacro. Para dicha celebración siguiendo uno u otro misal, el sacerdote no necesita ningún permiso, ni de la Sede Apostólica ni de su Ordinario.”

Es decir que cualquier sacerdote puede utilizar el Misal Romano en las misas sin el pueblo, y para ello no requiere ningún permiso.

El artículo 3° por su claridad no merece mayores explicaciones:

Art. 3.- Las comunidades de los institutos de vida consagrada y de las Sociedades de vida apostólica, de derecho tanto pontificio como diocesano, que deseen celebrar la Santa Misa según la edición del Misal Romano promulgado en 1962 en la celebración conventual o "comunitaria" en sus oratorios propios, pueden hacerlo. Si una sola comunidad o un entero Instituto o Sociedad quiere llevar a cabo dichas celebraciones a menudo o habitualmente o permanentemente, la decisión compete a los Superiores mayores según las normas del derecho y según las reglas y los estatutos particulares.

Participación de los fieles

El artículo 4° preceptúa que “…a la celebración de la Santa Misa, a la que se refiere el artículo 2, también pueden ser admitidos -observadas las normas del derecho- los fieles que lo pidan voluntariamente.”

Es decir, el fiel, individualmente no tiene derecho a participar en la Santa Misa sino que si lo solicita “puede ser admitido”, potestad reservada al párroco. Recuérdese que estamos ante el supuesto de que el párroco, por su propia voluntad, decide utilizar el misal del Beato Juan XXIII. A pesar de que en este caso no hay en sentido estricto un derecho del fiel a participar, se puede colegir que si un sacerdote decide utilizar el Misal Tridentino, va admitir al pueblo a la ceremonia. No parece que este artículo vaya a ocasionar dificultades.

¿Pero qué pasa si queremos que se rece la Misa Tridentina en nuestra parroquia y el cura no la reza?.

Porque no la sabe, porque no se le ocurrió o simplemente porque no se le antoja. Y aquí una salvedad antes de seguir: algunos medios de prensa se han encargado de decir que el Motu Proprio tendrá relativa importancia porque la mayoría de los sacerdotes no saben latín. Hay que distinguir: que no conozcan la Liturgia Tridentina, pase. Pero la misa no tiene nada que ver con que no sepan latín: eso es defectuosa formación académica en los seminarios, no liturgia.

Bien. ¿Qué hacer entonces si queremos la Misa en nuestra parroquia?

La solución la brinda el Art.5. §1.: “ En las parroquias, donde haya un grupo estable de fieles adherentes a la precedente tradición litúrgica, el párroco acogerá de buen grado su petición de celebrar la Santa Misa según el rito del Misal Romano editado en 1962. Debe procurar que el bien de estos fieles se armonice con la atención pastoral ordinaria de la parroquia, bajo la guía del obispo como establece el can. 392 evitando la discordia y favoreciendo la unidad de toda la Iglesia.”

Por lo tanto, la Misa debe ser pedida no por una persona, sino por un grupo estable de fieles, de tal modo que es un derecho colectivo, no individual.

Ahora bien, ¿cuántos fieles constituyen un grupo estable? La Carta no lo menciona. Pero del contexto del documento y de la carta a los Obispos que remitió el Santo Padre acompañando el Motu Proprio, se sigue que el criterio interpretativo debe ser amplio. Así las cosas entiendo que, por ejemplo, una familia, es un grupo estable de fieles. La norma obliga al párroco a acoger la petición de “buen grado”. Si se trata de un sacerdote muy progresista y recibe su petición con un gruñido, exíjale que sonría. Lo manda el Papa.

Para el caso extremo en que el sacerdote se niegue a recibir la petición en la Parroquia, no discuta. Envíela por carta documento.

¿En qué oportunidad puede celebrarse la Misa Tridentina?

Quedó dicho que el requerimiento de estos fieles debe armonizar “con la atención pastoral ordinaria de la parroquia” y esta admitida (art. 5°,. § 2) “…en día ferial; los domingos y las festividades”.

Del artículo precitado surge que la autoridad competente para entender de la petición es el párroco, no el obispo. Por ende no deben hacerse presentaciones directamente a los Ordinarios sino al Párroco de los peticionantes. De lo contrario la solicitud es improcedente, quiebra la vía jerárquica y, aunque esto no sea cuestión legal, implica una grave descortesía hacia la persona del Párroco.

Supuesto de silencio del Párroco

Supongamos ahora que –Dios no lo quiera, pero como dice el refrán “el que se quema con leche cuando ve una vaca llora”- que el Párroco, sonriente y todo, archiva la presentación. ¿Qué hacer en este caso?

Seguir con el procedimiento del artículo 7: “… Si un grupo de fieles laicos, como los citados en el art. 5, §1, no ha obtenido satisfacción a sus peticiones por parte del párroco, informe al obispo diocesano. Se invita vivamente al obispo a satisfacer su deseo. Si no puede proveer a esta celebración, el asunto se remita a la Pontificia Comisión "Ecclesia Dei”.

El artículo siguiente amplía aún más el mecanismo:

Art. 8. El obispo, que desea responder a estas peticiones de los fieles laicos, pero que por diferentes causas no puede hacerlo, puede indicarlo a la Comisión "Ecclesia Dei" para que le aconseje y le ayude.

Es decir, que si la presentación no tiene respuesta favorable, por cualquier causa, debe remitirse a Roma.

Para finalizar, si el Obispo no desea, no puede o no considera conveniente que se rece la Misa Tridentina en cada parroquia en que un grupo estable lo solicite, puede proceder de acuerdo a lo establecido por el artículo 10:”

El ordinario del lugar, si lo considera oportuno, puede erigir una parroquia personal según la norma del canon 518 para las celebraciones con la forma antigua del rito romano, o nombrar un capellán, observadas las normas del derecho.”

Se agrega a continuación una presentación modelo, de acuerdo con lo expuesto en esta nota.Debe tenerse presente que para el Derecho Canónico la mayoría de edad se alcanza a los 18 años, y no a los 21, como en la ley civil argentina.


***

Lugar y fecha


Señor Cura Párroco de …
R.P……
De nuestra mayor consideración:


XXX, XXX, y XXX,por nuestros propios derechos, mayores de edad en los términos del Canon 97, 1 del Código de Derecho Canónico, con domicilio en…, vecinos de esta Parroquia en los términos del canon 100 del cuerpo legal citado, venimos respetuosamente y como mejor proceda a solicitar la aplicación de la Carta Apostólica de Motu Proprio “Summorum Pontificum”, promulgada por Su Santidad Benedicto XVI el día 7 de julio de 2007, por los fundamentos y con los alcances que exponemos a continuación:

1) Que todos los firmantes constituimos un grupo estable de fieles adherentes a la Tradición Litúrgica del Misal Romano promulgado por el Beato Juan XXIII, de feliz memoria, en el año 1962, tal como lo exige el art. 5, # 1 de la Carta Summorum Pontificum (en adelante, toda cita legal corresponderá a este documento, excepto que se consigne expresamente lo contrario).

2) Que en virtud del artículo citado en el apartado anterior, el Señor Párroco resulta autoridad eclesiástica competente para entender de nuestra petición.

3) Que en atención a lo expuesto solicitamos en la Parroquia …, a partir del 14 de septiembre de 2007, la celebración de la Santa Misa de acuerdo al Rito promulgado por S.S. San Pío V y nuevamente por el Beato Juan XXIII en los términos de los arts. 1, 5 #1 y #2 y 12, segundo párrafo.

4) Para el caso de que, por comprensibles razones de hecho no pueda por el momento el Señor Párroco hacer lugar a nuestro pedido, requerimos se proceda de acuerdo a lo ordenado por el art. 7.

5) Que a mayor abundamiento, invocamos el canon 214 del Código de Derecho Canónico.


Sin otro particular, saludamos atentamente al Señor Cura Párroco en Nuestro Señor Jesucristo y su Santísima Madre.-

domingo, 30 de septiembre de 2007

Misa Tridentina: Recursos para su celebración

Ahora que con la publicación del "Summorum Pontificum" ya es una realidad la posibilidad de la celebración de la Misa Tridentina, se hace necesario tener a la mano la información sobre cómo realizar el servicio del Canto en tales celebraciones.

Afortunadamente ya existe en la RED un portal que ofrece tutoriales, ejemplos, y hasta videos sobre tan hermosa celebración.

Anexamos aquí el link, que además de lo ya mencionado, ofrece una surtida tienda en línea para adquirir libros y otros recursos para las comunidades y ministros.

Esperamos que les sea de utilidad.

Aquí anexamos el vínculo:

Recursos para la Misa Tridentina

domingo, 16 de septiembre de 2007

La Salve Gregoriana interpretada por un niño

"Contra la experiencia no hay pruebas", reza un conocido refrán. Al publicar esta entrada lo hago con la idea de ayudar a romper el mito tan difundido de que la Música Sagrada, particularmente el Canto Gregoriano, es un asunto tan lejano y de poco interés para los niños de hoy.

No son pocas las gentes -seguramente muchos con buena voluntad- que en aras de "hacer más atractiva la Misa" para los niños, tratan de incluir en los repertorios "cantos atractivos", cayendo también no pocas veces en el error de recurrir a sonsonetitos y melodías simplonas, con "ritmos" "movidos" y machacones por lo reiterativo.

Es cierto que existen - aunque pocos- trabajos valiosos para "misas con niños", como los del Mtro Cesáreo Gabaraín ("La Misa es una fiesta"). Pero tales buenos esfuerzos no deben hacernos abandonar la enseñanza de la Tradición Musical de la Iglesia, sobre todo del Canto Gregoriano.


El video anexo no fue tomado en una celebración, se trata de un niño a quien me consta le ha sido inculcado el rezo de "la Salve" gregoriana. Yo lo encuentro, en su espontaneidad, como la combinación perfecta de la pureza del alma y la más elevada música para rezarle a nuestra Madre Santísima. ¿Por qué les negamos sistemática y prejuiciadamente la oportunidad de que lo conozcan, aprendan, y gusten de cantarlo? ¿Quien gustará, cantará y conservará este valioso tesoro si se los negamos a las nuevas generaciones?

Esperamos sus gentiles opiniones.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Hermosura: Música para letras místicas




Primer concurso mundial de música inspirada en los místicos carmelitas

«Hermosura» quiere renovar la belleza de la composición sagrada

ROMA, domingo, 2 septiembre 2007 (ZENIT.org).- Poner música a textos de grandes místicos y místicas del Carmelo es el objetivo de «Hermosura», el primer concurso internacional de música sacra carmelita.

La iniciativa ha sido lanzada por la asociación Carmelo Teresiano en Italia con la intención de «suscitar el interés más amplio posible, sobre todo en aquellos países donde los escritos de los místicos carmelitas son patrimonio de la literatura y no sólo interés religioso, como es el caso de san Juan de la Cruz, quien es estudiado por su genialidad literaria en español», cuenta a Zenit Luca Garbini, director artístico de este concurso.

Los concursantes que quieran participar en «Hermosura» tendrán que inspirarse exclusivamente en los textos indicados en el reglamento.

Entre éstos, destaca «Llama de amor viva», de Juan de la Cruz, «Nada te turbe», de Santa Teresa de Jesús, «Historia de un alma», de Santa Teresa del Niño Jesús o «¿Quién eres, dulce luz»? de santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein).

Los textos se mandarán en lengua original y con traducción italiana.

Pueden participar personas de todo el mundo nacidas antes del 1 de enero de 1985.

La duración de las composiciones no tendrá que exceder los 10 minutos por sección (hay cuatro secciones y los premios son acumulables).

La primera sección prevé una composición para coro polifónico a cuatro voces con acompañamiento de órgano (premio de 700 euros).

La segunda, una composición para coro «a capella» a cuatro voces (premio de 500 euros).

La tercera sección, una composición de himnos a una o más voces, con acompañamiento de órgano, guitarra o flauta y que pueda ser interpretada, al menos en parte, por cualquier asamblea litúrgica (400 euros de premio).

La cuarta sección requiere la composición de obras para uso pastoral y de evangelización de fácil interpretación (300 euros de premio).

Los trabajos deberán entregarse antes del 31 de marzo de 2008 y la interpretación del concierto final y la distribución de premios tendrá lugar en el mes de junio de 2008.

Luca Garbini explica a Zenit que el criterio para seleccionar las piezas no es único: «La elección se hace teniendo presente tanto la musicalidad de los textos como el contenido particularmente "fuerte" de los mismos, pues se quiere dar a los compositores un estímulo para la creación de músicas de particular impacto emotivo».

«Queremos recuperar la belleza en un renovado repertorio de música sagrada», añade.

Para pedir más información y una copia del reglamento, puede enviar un mensaje de correo electrónico a hermosura@ocd.it

viernes, 24 de agosto de 2007

Summorum Pontificum


Aunque se trata de una traducción no oficial al Español del "Motu Proprio" Summorum Pontificum, de S.S. Benedicto XVI, nos parece importante ofrecer la publicada por la agencia de noticias ZENIT para empezar a considerar el alcance de tan valioso documento, y las líneas de Acción Pastoral que de su aplicación en nuestras comunidades pueden desprenderse.






CARTA APOSTÓLICA

EN FORMA DE MOTU PROPRIO

SUMMORUM PONTIFICUM

BENEDICTO XVI


"Los sumos pontífices hasta nuestros días se preocuparon constantemente porque la Iglesia de Cristo ofreciese a la Divina Majestad un culto digno de "alabanza y gloria de Su nombre" y "del bien de toda su Santa Iglesia".

"Desde tiempo inmemorable, como también para el futuro, es necesario mantener el principio según el cual, "cada Iglesia particular debe concordar con la Iglesia universal, no solo en cuanto a la doctrina de la fe y a los signos sacramentales, sino también respecto a los usos universalmente aceptados de la ininterrumpida tradición apostólica, que deben observarse no solo para evitar errores, sino también para transmitir la integridad de la fe, para que la ley de la oración de la Iglesia corresponda a su ley de fe". (1)

"Entre los pontífices que tuvieron esa preocupación resalta el nombre de San Gregorio Magno, que hizo todo lo posible para que a los nuevos pueblos de Europa se transmitiera tanto la fe católica como los tesoros del culto y de la cultura acumulados por los romanos en los siglos precedentes. Ordenó que fuera definida y conservada la forma de la sagrada Liturgia, relativa tanto al Sacrificio de la Misa como al Oficio Divino, en el modo en que se celebraba en la Urbe. Promovió con la máxima atención la difusión de los monjes y monjas que, actuando según la regla de San Benito, siempre junto al anuncio del Evangelio ejemplificaron con su vida la saludable máxima de la Regla: "Nada se anticipe a la obra de Dios" (cap.43). De esa forma la Sagrada Liturgia, celebrada según el uso romano, enriqueció no solamente la fe y la piedad, sino también la cultura de muchas poblaciones. Consta efectivamente que la liturgia latina de la Iglesia en sus varias formas, en todos los siglos de la era cristiana, ha impulsado en la vida espiritual a numerosos santos y ha reforzado a tantos pueblos en la virtud de la religión y ha fecundado su piedad".

"Muchos otros pontífices romanos, en el transcurso de los siglos, mostraron particular solicitud porque la sacra Liturgia manifestase de la forma más eficaz esta tarea: entre ellos destaca San Pío V, que sostenido de gran celo pastoral, tras la exhortación de Concilio de Trento, renovó todo el culto de la Iglesia, revisó la edición de los libros litúrgicos enmendados y "renovados según la norma de los Padres" y los dio en uso a la Iglesia Latina" .

"Entre los libros litúrgicos del Rito romano resalta el Misal Romano, que se desarrolló en la ciudad de Roma, y que, poco a poco, con el transcurso de los siglos, tomó formas que tienen gran semejanza con las vigentes en tiempos más recientes".

"Fue éste el objetivo que persiguieron los Pontífices Romanos en el curso de los siguientes siglos, asegurando la actualización o definiendo los ritos y libros litúrgicos, y después, al inicio de este siglo, emprendiendo una reforma general"(2). Así actuaron nuestros predecesores Clemente VIII, Urbano VIII, san Pío X (3), Benedicto XV, Pío XII y el beato Juan XXIII.

"En tiempos recientes, el Concilio Vaticano II expresó el deseo de que la debida y respetuosa reverencia respecto al culto divino, se renovase de nuevo y se adaptase a las necesidades de nuestra época. Movido de este deseo, nuestro predecesor, el Sumo Pontífice Pablo VI, aprobó en 1970 para la Iglesia latina los libros litúrgicos reformados, y en parte, renovados. Éstos, traducidos a las diversas lenguas del mundo, fueron acogidos de buen grado por los obispos, sacerdotes y fieles. Juan Pablo II revisó la tercera edición típica del Misal Romano. Así los Pontífices Romanos han actuado "para que esta especie de edificio litúrgico (...) apareciese nuevamente esplendoroso por dignidad y armonía" (4).

"En algunas regiones, sin embargo, no pocos fieles adhirieron y siguen adhiriendo con mucho amor y afecto a las anteriores formas litúrgicas, que habían embebido tan profundamente su cultura y su espíritu, que el Sumo Pontífice Juan Pablo II, movido por la preocupación pastoral respecto a estos fieles, en el año 1984, con el indulto especial "Quattuor abhinc annos", emitido por la Congregación para el Culto Divino, concedió la facultad de usar el Misal Romano editado por el beato Juan XXIII en el año 1962; más tarde, en el año 1988, con la Carta Apostólica "Ecclesia Dei", dada en forma de Motu proprio, Juan Pablo II exhortó a los obispos a utilizar amplia y generosamente esta facultad a favor de todos los fieles que lo solicitasen".

"Después de la consideración por parte de nuestro predecesor Juan Pablo II de las insistentes peticiones de estos fieles, después de haber escuchado a los Padres Cardenales en el consistorio del 22 de marzo de 2006, tras haber reflexionado profundamente sobre cada uno de los aspectos de la cuestión, invocado al Espíritu Santo y contando con la ayuda de Dios, con las presentes Cartas Apostólicas establecemos lo siguiente:

Art. 1.- El Misal Romano promulgado por Pablo VI es la expresión ordinaria de la "Lex orandi" ("Ley de la oración"), de la Iglesia católica de rito latino. No obstante el Misal Romano promulgado por San Pío V y nuevamente por el beato Juan XXIII debe considerarse como expresión extraordinaria de la misma "Lex orandi" y gozar del respeto debido por su uso venerable y antiguo. Estas dos expresiones de la "Lex orandi" de la Iglesia no llevarán
de forma alguna a una división de la "Lex credendi" ("Ley de la fe") de la Iglesia; son, de hecho, dos usos del único rito romano.

Por eso es lícito celebrar el Sacrificio de la Misa según la edición típica del Misal Romano promulgado por el beato Juan XXIII en 1962, que no se ha abrogado nunca, como forma extraordinaria de la Liturgia de la Iglesia. Las condiciones para el uso de este misal establecidas en los documentos anteriores "Quattuor abhinc annis" y "Ecclesia Dei", se sustituirán como se establece a continuación:

Art. 2.- En las Misas celebradas sin el pueblo, todo sacerdote católico de rito latino, tanto secular como religioso, puede utilizar sea el Misal Romano editado por el beato Papa Juan XXIII en 1962 que el Misal Romano promulgado por el Papa Pablo VI en 1970, en cualquier día, exceptuado el Triduo Sacro. Para dicha celebración siguiendo uno u otro misal, el sacerdote no necesita ningún permiso, ni de la Sede Apostólica ni de su Ordinario.

Art. 3.- Las comunidades de los institutos de vida consagrada y de las Sociedades de vida apostólica, de derecho tanto pontificio como diocesano, que deseen celebrar la Santa Misa según la edición del Misal Romano promulgado en 1962 en la celebración conventual o "comunitaria" en sus oratorios propios, pueden hacerlo. Si una sola comunidad o un entero Instituto o Sociedad quiere llevar a cabo dichas celebraciones a menudo o habitualmente o permanentemente, la decisión compete a los Superiores mayores según las normas del derecho y según las reglas y los estatutos particulares.

Art 4.- A la celebración de la Santa Misa, a la que se refiere el artículo 2, también pueden ser admitidos -observadas las normas del derecho- los fieles que lo pidan voluntariamente.

Art.5. §1.- En las parroquias, donde haya un grupo estable de fieles adherentes a la precedente tradición litúrgica, el párroco acogerá de buen grado su petición de celebrar la Santa Misa según el rito del Misal Romano editado en 1962. Debe procurar que el bien de estos fieles se armonice con la atención pastoral ordinaria de la parroquia, bajo la guía del obispo como establece el can. 392 evitando la discordia y favoreciendo la unidad de toda la Iglesia.
§ 2.-La celebración según el Misal del beato Juan XXIII puede tener lugar en día ferial; los domingos y las festividades puede haber también una celebración de ese tipo.
§ 3.- El párroco permita también a los fieles y sacerdotes que lo soliciten la celebración en esta forma extraordinaria en circunstancias particulares, como matrimonios, exequias o celebraciones ocasionales, como por ejemplo las peregrinaciones.
§ 4.- Los sacerdotes que utilicen el Misal del beato Juan XXIII deben ser idóneos y no tener ningún impedimento jurídico.
§ 5.- En las iglesias que no son parroquiales ni conventuales, es competencia del Rector conceder la licencia más arriba citada.

Art.6. En las misas celebradas con el pueblo según el Misal del Beato Juan XXIII, las lecturas pueden ser proclamadas también en la lengua vernácula, usando ediciones reconocidas por la Sede Apostólica.

Art.7. Si un grupo de fieles laicos, como los citados en el art. 5, §1, no ha obtenido satisfacción a sus peticiones por parte del párroco, informe al obispo diocesano. Se invita vivamente al obispo a satisfacer su deseo. Si no puede proveer a esta celebración, el asunto se remita a la Pontificia Comisión "Ecclesia Dei".

Art. 8. El obispo, que desea responder a estas peticiones de los fieles laicos, pero que por diferentes causas no puede hacerlo, puede indicarlo a la Comisión "Ecclesia Dei" para que le aconseje y le ayude.

Art. 9. §1. El párroco, tras haber considerado todo atentamente, puede conceder la licencia para usar el ritual precedente en la administración de los sacramentos del Bautismo, del Matrimonio, de la Penitencia y de la Unción de Enfermos, si lo requiere el bien de las almas.
§2. A los ordinarios se concede la facultad de celebrar el sacramento de la Confirmación usando el precedente Pontifical Romano, siempre que lo requiera el bien de las almas.
§3. A los clérigos constituidos "in sacris" es lícito usar el Breviario Romano promulgado por el Beato Juan XXIII en 1962.

Art. 10. El ordinario del lugar, si lo considera oportuno, puede erigir una parroquia personal según la norma del canon 518 para las celebraciones con la forma antigua del rito romano, o nombrar un capellán, observadas las normas del derecho.

Art. 11. La Pontificia Comisión "Ecclesia Dei", erigida por Juan Pablo II en 1988, sigue ejercitando su misión. Esta Comisión debe tener la forma, y cumplir las tareas y las normas que el Romano Pontífice quiera atribuirle.

Art. 12. La misma Comisión, además de las facultades de las que ya goza, ejercitará la autoridad de la Santa Sede vigilando sobre la observancia y aplicación de estas disposiciones.

Todo cuanto hemos establecido con estas Cartas Apostólicas en forma de Motu Proprio, ordenamos que se considere "establecido y decretado" y que se observe desde el 14 de septiembre de este año, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, pese a lo que pueda haber en contrario.

Dado en Roma, en San Pedro, el 7 de julio de 2007, tercer año de mi Pontificado.


NOTAS

(1) Ordinamento generale del Messale Romano 3ª ed. 2002, n.937
(2) JUAN PABLO II, Lett. ap. Vicesimus quintus annus, 4 dicembre 1988, 3: AAS 81 (1989), 899
(3) Ibid. JUAN PABLO II, Lett. ap. Vicesimus quintus annus, 4 dicembre 1988, 3: AAS 81 (1989), 899
(4) S. PIO X, Lett. ap. Motu propio data, Abhinc duos annos, 23 ottobre 1913: AAS 5 (1913), 449-450; cfr JUAN PABLO II lett. ap. Vicesimus quintus annus, n. 3: AAS 81 (1989), 899
(5) Cfr IOANNES PAULUS II, Lett. ap. Motu proprio data Ecclesia Dei, 2 luglio 1988, 6: AAS 80 (1988), 1498

miércoles, 6 de junio de 2007

Música Sagrada en la Basílica Papal.




Tomado de la Página Vaticana

La salvaguardia de la antigua escuela romana llevada a cabo por la Capilla Liberiana recibió por fortuna nueva savia e impulso con el “movimiento ceciliano”. Se le devolvió a la música sagrada importancia y dignidad; se multiplicaron los esfuerzos en la investigación paleográfica y se llegó a la promulgación por parte de Pío X del Motu proprio Inter pastoralis officci sollicitudines (1903), que le devolvió plena dignidad al canto sagrado, y se fundó el Pontificio Instituto de Música Sagrada (1911).

En este clima de renovado fervor musical se inserta el gran maestro de ese siglo: Licinio Refice. Director de la Capilla Liberiana desde 1911 hasta 1947 fue, junto con Lorenzo Perosi y Raffaele Casimiri, el verdadero artífice de la renovación de la música sagrada italiana. Profesor del Pontificio Instituto escribió oratorios, cantatas, poemas sinfónico-corales, las óperas Cecilia (1934) y Margherita da Cortona (1938), además de una abundante producción musical litúrgica, en gran parte inédita, sacada a la luz por Mons. Miserachs y conservada en los archivos de la Basílica.

Desde 1947 a 1977 prosiguió su obra Domenico Bartolucci, que luego sería llamado a dirigir la Capilla Sixtina, figura de gran autoridad y atento conocedor de la antigua escuela polifónica, que impregna profundamente su estilo compositivo. Autor también de oratorios y profesor del Pontificio Instituto de Música Sagrada, desde 1973 contó con la colaboración de mons. Miserachs, actual maestro titular. Valentí Miserachs Graus nace en Cataluña en 1943. Llega a Italia en 1963 para completar sus estudios teológicos y musicales. Ha sido organista de la Capilla Julia de San Pedro bajo la dirección de Armando Renzi desde 1975 a 1980. Profesor de composición durante cinco años en el conservatorio de Matera, es uno de los fundadores de la escuela de música “Tomás Luis de Victoria” de Roma, donde durante veinte años ha enseñado Composición, Órgano, Canto coral y Dirección polifónica y Ejercitación orquestal. Es notable su actividad concertística, tanto como organista que como director de conjuntos corales y orquestales. Además de su producción musical litúrgica destinada a la solemnización del culto en la Basílica —4 volúmenes de Motetes, Magnificat, Misas, Salmos responsoriales, Vísperas, etc.— destacan los oratorios Beata Virgo Maria, Stephanus, Isaia, Mil anys, el poema sinfónico-coral Nadal y la Suite Manresana para orquesta. Desde 1995 es el Presidente del Pontificio Instituto de Música Sagrada.

Bajo la dirección del Maestro Miserachs y de su colaborador el p. Aurelio Zorzi sm, la Capilla Liberiana es desde hace años un motivo de orgullo para la Basílica de Santa María la Mayor. Durante todos los domingos “per annum” el servicio de los cantores (unos veinticinco entre tenores y bajos) y del organista titular, el maestro Juan Paradell Solé, o de su sustituto el maestro Gabriele Terrone, solemniza la santa Misa capitular de las 10 de la mañana. La plantilla masculina se enriquece en las principales solemnidades con un coro femenino, preparado y dirigido por el maestro Antonio Alessandri, que suple la falta de voces blancas. Otra señal de la voluntad de devolverle su lustro y esplendor a este “monumento vivo” de la música sagrada ha sido la institución de un grupo estable de metales, dirigido por el maestro Luca Petrongari. Su intervención en las solemnidades mayores (Navidad, Pascua de Resurrección, Pentecostés, etc) corona el clima de maravillosa elevación espiritual que puede respirarse en las amplias naves del templo mariano por excelencia. Pero no cabe duda de que la liturgia alcanza su máximo esplendor en las celebraciones de la Inmaculada, de la Asunción y en la fiesta de la Consagración de la Basílica, el 5 de agosto. Es la tradicional fiesta romana de la Virgen de la Nieve que termina con la espectacular “nevada” de pétalos blancos en la nave central durante el canto del Gloria en la Misa y del Magnificat en la celebración de la Segundas Vísperas.

No es menor el encanto que conservan los servicios de Adviento y de Cuaresma que, respetando la tradición más antigua, se realizan rigurosamente “a capella”. Es asimismo sugestiva la participación de los cantores en las procesiones del Domingo de Ramos y del Corpus Christi y en las funciones de la Semana Santa.

Por desgracia en los últimos decenios una fanática y falsa referencia a los dictámenes del Concilio Vaticano II, a menudo ampliamente tergiversados, ha causado un progresivo cuanto deletéreo rechazo de la sana práctica coral en favor de “modernas” formas musicales con la ilusoria intención de hacer más actual y atractiva la liturgia. En este difícil panorama la Capilla Liberiana se presenta como el baluarte de la tradición romana más auténtica, que tanto ha dado al mundo de la música y cuyo patrimonio no puede ni debe olvidarse. Muestras de estima y aprecio por parte de los cardenales arciprestes de los últimos treinta años y de todo el Cabildo, además de los numerosos estimadores y amigos, animan al maestro, a los maestros colaboradores y a todos los cantores a perseverar en su misión de testigos del arte musical sagrado.

miércoles, 23 de mayo de 2007

La noción de Música Sagrada



La Música Sacra
Tomado de:"La Musica Sagrada"

Esta noción "Música Sacra", o Música Sagrada ha sufrido una evolución significativa; es importante comprenderla con exactitud, para evitar confusiones. San Agustín (que vivió a fines de los 300 DC.) ya distinguía la "música eclesiástica" (música culta que se podía utilizar eventualmente en la Iglesia) y el "canto eclesiástico", cuya primer cualidad no era la artística, sino el ser "apto" para cumplir la función litúrgica que se espera de él.Siglos más tarde, a finales de la Edad Media, de ese canto eclesiástico se deriva el cantus llanus conocido como el canto gregoriano, y el cantus figuratus conocido como el canto polifónico.La Iglesia Católica adopta el término en la segunda mitad del siglo XIX.

La noción es muy reciente, y surge como oposición a la teatralización de la música usada en las celebraciones litúrgicas, sobre todo en Austria y Alemania. La "Heilige Musik", (música sagrada), originalmente era una "purificación" de la música litúrgica. Entre los principios de esta corriente tenemos, la diferencia radical de la música profana o "del mundo", que no es apta para los ritos sagrados; y el canto gregoriano y la polifonía de Palestina, que se puede considerar sagrado y apto. Pío X en su Motu Propio de 1903 decía que "una composición para la Iglesia será tanto más sagrada y litúrgica cuanto se acerque más en su desarrollo, inspiración y sabor a la melodía gregoriana".

El criterio para definir si es sacra o no era la similitud con el canto gregoriano. Más tarde Pío XII. en su Instrucción "De Música Sacra" de 1958, amplía considerablemente la noción: "por música sagrada se entiende: el canto gregoriano, la polifonía sacra, la música sagrada moderna, la música sacra para órgano, el canto popular religioso y la música religiosa" (No.4),

El Concilio Vaticano II ha conservado el término de Música Sacra, pero dándole un contenido muy diferente, cuando en la Constitución de la Liturgia aparece que: "la música sagrada será tanto más santa cuanto esté en conexión más estrecha con la acción litúrgica, ya sea expresando con mayor delicadeza la oración o fomentando la unanimidad, ya sea enriqueciendo de mayor solemnidad los ritos sagrados" (S.C. 112). Este concepto se identifica plenamente con lo que San Agustín entendía por "canto eclesiástico".

domingo, 13 de mayo de 2007

El himno de acogida al Papa Benedicto XVI en Brasil




Tomado de: AGENCIA ZENIT

SÃO PAULO, domingo, 13 mayo 2007 (ZENIT.org).- El asesor de Música Litúrgica de la Conferencia Episcopal de Brasil (CNBB), fray Luiz Turra, ofm, es el autor del Himno Oficial que ha acogido al Papa Benedicto XVI en su visita a Brasil: «Bendito el que viene en el nombre del Señor».

En una entrevista concedida a Zenit, el religioso habla de música sacra y también de la composición de la canción que ha marcado el viaje del Papa al país.

--¿No cree que la música sacra parece ser una invitación siempre renovada y actualizada a la unidad propuesta por el cristianismo?

--Fray Luiz Turra: En cada época histórica, el arte revela y al mismo tiempo influencia la modalidad de la propia cultura. Así como el arte es un reflejo, también es un agente de transformación. Y en la vida de la Iglesia, el arte siempre estuvo muy presente en ese proceso. Además, la propia Iglesia siempre fue mecenas, defensora y promotora de arte, en todos los sentidos.

En cuanto a la cuestión de la música litúrgica, siempre fue en la Iglesia el gran vehículo de la palabra. El canto gregoriano (que tiene un estilo muy sencillo), se canta con una sola voz, y generalmente con un estilo recitativo, pues es una forma de dar un gran valor a la palabra, que es vehiculada a través de la melodía gregoriana.

El canto gregoriano siempre fue en la Iglesia, desde San Gregorio, el estilo oficial, y podría decir que es el canto raíz de toda la música de la Iglesia. Está claro que la polifonía, principalmente en momentos renacentistas (incluido el barroco) siempre fue señalada como una forma solemne de expresión. Y en nuestros días, tras el Concilio Vaticano II, se buscó incentivar las corales, llamando al pueblo a participar en las liturgias, porque antes del Concilio, las liturgias eran muy pasivas en cuanto a participación.

Ahora está claro que, como siempre cuando aparece un nuevo tiempo y una nueva interpelación, es muy fácil que se dé la ley del péndulo. Luego, por las tendencias culturales, casi se despreció o se dejó de lado la aportación de las corales y la polifonía, y creo que fue una pérdida muy grande para la Iglesia que la historia tendrá que reconstruir.

Estamos en medio de las influencias de las tensiones de la cultura postmoderna. La música vive un momento de inmensa fecundidad, pero también de una gran confusión, no sólo de estilos, sino de ritualidad. Hoy la música ritual está bastante afectada, porque se canta cualquier cosa, en cualquier momento, muchas veces sin ningún criterio.

Pienso que hoy, una de las grandes cuestiones de la pastoral litúrgica consiste en orientar el buen uso de la música en el rito de la Iglesia, para que la palabra esté realmente al servicio del anuncio de la buena noticia de Jesucristo.

--¿Cómo la Iglesia, con su riquísima tradición, en el buen sentido de la palabra –transmitir lo mejor de la historia--, puede dialogar con la cultura actual de tendencias tan disonantes?

--Fray Luiz Turra: Está claro que en este diálogo hoy la Iglesia tiene un desafío muy grande. El mundo tiene su camino, el pueblo tiene sus estilos, y la Iglesia no puede perder de vista la finalidad por la que compone la música y, sobre todo, se sirve de ella como instrumento de celebración y de evangelización.

Dentro de eso es posible determinar las características de algunos estilos, porque hay música pastoral apropiada para la animación y motivación de grupos y hasta multitudes, y también una música adecuada para el servicio de la liturgia, en el momento de la celebración.

No se deben cantar de cualquier manera las diferentes partes de la Misa. Hay momentos de concentración, donde se llama al perdón o al cambio de vida, y también donde se invita a la alabanza. La alabanza también tiene su medida, no puede ser una extrapolación, por ejemplo de barullos y sones desordenados.

La música tiene que tener su melodía adecuada y su armonía. Lo que pasa, en nuestros días, es que lamentablemente se abandonó mucho la teoría musical, tanto en la formación de los sacerdotes como del pueblo en general.

Hoy, la música va mucho más a lo espontáneo que a una manera ordenada por una teoría musical, con normas de composición, de armonía. Está claro que estamos pagando muy caro el precio de la falta de formación, y recogiendo los frutos de un largo periodo de casi abandono de la música teórica.

Pero pienso que hay una conciencia de retomar todo eso para intentar un mejor ordenamiento. En el momento actual, hay una fecundidad de movimientos en la vida de la Iglesia, con muchos estilos, que traen el riesgo de una cierta confusión, y la Iglesia --lejos de ser represora-- debe tener una palabra.

La Iglesia, con su teología litúrgica, tiene una palabra de orientación muy clara para la elección de los repertorios y para la orientación de los estilos dentro de la propia liturgia. También sería bueno que, dentro de los criterios litúrgicos, teológicos y pastorales, pudiéramos valorizar las raíces de la música brasileña.

Eso es muy recomendable, incluso las expresiones musicales de las diversas regiones de Brasil, con estilos muy ricos. Ese es un trabajo que tenemos que hacer.

--Hablaba de un cierto abandono y descuido de la formación musical. ¿Cómo es posible ayudar a experimentar lo sagrado en el rito litúrgico?

--Fray Luiz Turra: En ese sentido, la CNBB tiene un proyecto muy claro y determinado, que es el himnario litúrgico. Se caracteriza por cantar la liturgia lo mejor posible, centrándose básicamente en la Palabra de Dios.

El himnario es una propuesta en la que se trabaja desde hace mucho tiempo y que poco a poco va siendo conocida. Ya tenemos una experiencia en diversas parroquias y regiones, con un camino bien recorrido, que nos muestra que la liturgia, cuando realmente está bien cantada, se hace mucho más densa y menos dispersa.

Muchas veces, la palabra de Dios habla de un tema, y los comentarios o los cantos tratan de otro tema. El himnario litúrgico intenta valorizar, no sólo el tiempo litúrgico sino también los momentos característicos de nuestros ritos y celebraciones.

Por este motivo, el himnario litúrgico tiene que ser muy trabajado y enriquecido con composiciones que, con certeza, respondan a los diferentes estilos de nuestras regiones. Sin duda es un gran proyecto para rescatar o renovar el canto litúrgico en Brasil.

--Usted es autor del Himno Oficial de Acogida a Benedicto XVI, en su visita a Brasil. ¿Cómo ha sido esa experiencia?

--Fray Luiz Turra: La experiencia de hoy es consecuencia de la experiencia positiva de antaño. Cuando Juan Pablo II vino por primera vez a Brasil, se compuso el bellísimo himno «La bendición, Juan de Dios», que marcó profundamente a la Iglesia.

--Fue un éxito llamativo.

--Fray Luiz Turra: Increíble. Al Papa Juan Pablo II le gustó mucho. Él mismo cantaba el himno, pues se sentía en casa bien acogido con una canción en la que todo el pueblo expresaba su bienvenida y su cariño por él.

Cuando el Papa recibía a algún brasileño en el Vaticano, en cuanto lo veía empezaba a cantar «La bendición, Juan de Dios». Entonces se volvió una tradición que empezó modestamente y que contagió a todos, y los autores de aquella composición estaban felicísimos.

Ahora, en el Santuario Nacional de Aparecida y también en Aparecida TV, con el apoyo de la CNBB, también pensaron en hacer un himno oficial, teniendo como proyecto la expresión: «¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!», basado en el Evangelio de San Lucas.

Al recibir la invitación, entre unos veinte compositores, procuré contribuir, de modo muy sencillo. Hasta lo hice muy rápido, en dos horas. Procuré tejer una poesía que fuera de acuerdo con la melodía.

Al componer el himno, imaginé que el Papa viene en nombre del Señor. Todas las estrofas procuran recordar la Conferencia de Aparecida y también a nuestra Señora, el lema de la V Conferencia, «Discípulos y Misioneros de Jesucristo para que todos los pueblos tengan vida en El».

Todo eso me fue ayudando en la composición, principalmente su encíclica, «Deus Caritas Est». Pensé en hacer las estrofas en forma de letanía, y que un solista vaya enunciando y el pueblo vaya respondiendo «Dios es Amor».

De esa manera, proclamamos lo que es el foco principal del pontificado de Benedicto XVI, que Dios es amor. Además, facilitamos al pueblo el no tener tanto papel en la mano.

Nuestro himno es un lenguaje simbólico de acogida, de comunión, de participación y, sobre todo, de apertura, para que nuestro pueblo realmente no sólo diera la bienvenida al Papa sino a su mensaje. Un mensaje cargado de mucha esperanza pero también de compromiso, de protección y promoción de la vida, en todos los sentidos.

[Por Hermes Rodrigues Nery, profesor y periodista, coordinador de la Comisión Diocesana en Defensa de la Vida, de la Diócesis Taubaté (São Paulo)]

domingo, 6 de mayo de 2007

Misa Tridentina


Hoy en día existe mucha especulación sobre un inminente(?) "Motu proprio" de S.S. Benedicto XVI sobre la liberación del Rito de la Misa según el Misal de Sn Pío V. No haremos referencia por el momento a lo vertido sobre el tema en la red. Vamos pro ahora a exponer un video que muestra un fragmento de la celebración según el mencionado Misal.

HACER CLICK EN LA MINIATURA DE VIDEO DE LA COLUMNA A LA DERECHA DE ESTA ENTRADA ****

martes, 1 de mayo de 2007

¿Por qué cantar en la Liturgia?


EL CANTO EN LA LITURGIA

Por la utilidad que pueda tener para formarse criterio litúrgico-musical, me permito presentar un extracto de la conferencia del P. Alberto Aranda, M. Sp. S. dictada en el VIII Encuentro Nacional de Comisiones Diocesanas de Música Sagrada celebrada el año 1984 en la Ciudad de Tampico, la conferencia se titula: “LA POLIFONÍA ANTIGUA Y MODERNA EN LA NUEVA LITURGIA”.

El Canto en la Liturgia.

La existencia humana nos enseña el valor y el significado del canto:

Expresa sentimientos.- Cuando estamos llenos de emoción en forma muy natural sentimos la necesidad de expresarla cantando. Igualmente el canto, con más fuerza que la palabra sola, nos comunica su emotividad.

Expresión poética.- Cuando se quiere expresar algo en forma especial, con ropaje de belleza, más allá de lo utilitario, se recurre a la poesía. Esta no sólo busca lo rítmico y musical sino que para encontrar una plenitud, busca la música,

El canto compromete.-
Pide más que la sola palabra. Ocupa más las facultades todas. Necesita más del sentimiento y habilidad. Tal vez por eso se dice que “el que canta, ora dos veces”.

El canto hace comunidad.- Es un magnífico signo de identificación ya que exige tener en cuenta a los demás, participar, es decir formar parte de un todo, aportando conscientemente las propias posibilidades, sin pretender dominar.

Expresión de Fiesta.- Lo especial, lo distinto, lo alegre, y esto es la fiesta, pide naturalmente, la música y el canto.

Por todas estas cualidades y expresividades, el canto se hace parte integrante y necesaria de la celebración. Nos dice el No. 112 de la S.C. “La tradición musical de la Iglesia Universal constituye un tesoro de valor inestimable, que sobresale entre las demás expresiones artísticas, principalmente porque el canto sagrado, unido a las palabras, constituye una parte necesaria e integral de la liturgia solemne”.

domingo, 22 de abril de 2007

Comentario a la encíclica "Ecclesia de Eucharistia"




Por: P. Antonio Rivero LC (Tomado de Catholicnet)

El Papa Juan Pablo II, el 17 de abril del año 2003, Jueves Santo, regaló a toda la Iglesia una hermosa y sorprendente encíclica sobre la eucaristía, titulada: “La Iglesia vive de la eucaristía”.
La eucaristía es fuente de toda la vida cristiana. El Concilio Vaticano II dice “la eucaristía contiene todo el bien espiritual de la Iglesia”. ¿Quién es el bien espiritual de la Iglesia? No son los cuadros de arte, ni las catedrales, no los copones de oro, ni las vestimentas bordadas... El bien espiritual es “Cristo mismo, nuestra Pascua y Pan de Vida, que da la vida a los hombres por medio del Espíritu Santo” (Concilio Vaticano II, Presbyterorum Ordinis, n. 5).

Una Iglesia, podría tener todo el arte sacro más bello del mundo, pero si no tiene la presencia viva de Cristo eucaristía, ¿de qué sirve ese arte? El arte sacro está al servicio y para gloria de Cristo eucaristía, como ya dijimos en la segunda parte de este libro al hablar de los elementos artísticos de la liturgia.

Una Iglesia podría carecer de estatuas, vítraux, órgano... pero si tiene la presencia viva de Cristo Eucaristía, lo tiene todo, pues las estatuas, el vitraux, el órgano, deben estar siempre al servicio y para gloria de Cristo Eucaristía.

¡Oh, la eucaristía!: “Sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de caridad, banquete pascual, en el cual Cristo es nuestra comida, el alma se llena de gracia futura” (Concilio Vaticano II, Sacrosanctum Concilium, n. 47).


Volvamos a la encíclica del papa Juan Pablo II. Consta de 62 números y está dividida así:


Introducción: Valor de la eucaristía (n. 1-10).


Capitulo I: La eucaristía misterio de fe (n. 11-20).


Capitulo II: La eucaristía edifica la Iglesia (n. 21-25).


Capitulo III: Apostolicidad de la eucaristía y la Iglesia (n. 26-33).


Capitulo IV: Eucaristía y Comunión eclesial (n. 34-46).


Capitulo V: Decoro de la celebración eucarística (n. 47-52).


Capitulo VI: En la escuela de María, mujer eucarística (n. 53-58).

Conclusión: n. 60-62.



Antes de comenzar a desglosar la encíclica de Juan Pablo II, recomiendo mucho leer y meditar los siguientes documentos, para ahondar en este gran misterio:


Del Vaticano II: Sacrosanctum Concilium. Cap. II


De Pablo VI: La encíclica “Mysterium fidei” 1965.


Instrucción “Eucharisticum Mysterium” de la Sagrada Congregación de Ritos, de 1967.


De Juan Pablo II: Carta “Dominicae Cenae”, sobre el misterio y el culto de la eucaristía de 1980.


Del tema de la eucaristía se podría decir lo mismo que de María, en frase de San Bernardo: “Acerca de María, nunca es suficiente”. En nuestro caso: “Acerca de la eucaristía nunca es suficiente”.

¿Qué queremos decir cuando hablamos de la Eucaristía?

Estamos hablando del Sacramento que nos regaló Cristo en la Última Cena, al querer quedarse con nosotros para siempre, dándonos su Cuerpo y Sangre, alma y divinidad, para alimentarnos, unirse a nosotros, entregarnos su vida divina, entrar en comunión con nosotros, acompañarnos durante está peregrinación terrena hacia la Patria Celestial, donde le disfrutaremos cara a cara sin los velos del pan y del vino.
También cuando hablamos de la eucaristía, estamos invitando a nuestros deberes para con este admirable y sublime Sacramento, es decir el culto que se merece Cristo eucaristía, Dios que se ofrece, se inmola, se sacrifica por nuestra salvación, y nos da a comer de su Cuerpo y a beber su Sangre, para que tengamos vida eterna.
Este culto trae consigo:


La asistencia y la participación atenta, consciente y fervorosa a la Santa Misa, cada domingo y si es posible, todos los días. ¡Dios nos salva en cada Misa!

La adoración a Cristo eucaristía, solemnemente expuesto sobre el Altar, en Horas Santas, momentos de oración.

La visita eucarística que deberíamos hacer durante el día, entrando en una iglesia y dialogando con ese Dios Compañero y Amigo que quiso quedarse en los Sagrarios para ser confidente del hombre.

El respeto, el decoro a cuanto rodea este misterio: templo, cálices, copones, manteles, nuestra manera de vestir en la iglesia, nuestra manera de estar, de rezar de leer las lecturas de la Misa, de guiar, de servir como ministros de la Sagrada Comunión, de celebrar la Santa Misa por parte del sacerdote.

Y en la catequesis, este tema de la eucaristía debe ser prioritario, explicado con unción, con amor, con fervor y extensamente. La eucaristía es el Sacramento más sublime, porque en él no sólo recibimos la gracia de Cristo, sino al autor de la gracia, en Cuerpo y Sangre, Alma y Divinidad.

¡Qué hermosa la oración que la Iglesia viene rezando ya desde hace siglos!:

- ¡Oh Sagrado convivio, en que Cristo es nuestra comida, se celebra el memorial de su Pasión, el alma se llena de gracia y se nos da la prenda de la gloria futura!
- Les diste Pan del cielo.
- Que contiene en sí todo deleite.

Finalmente, cuando hablamos de la eucaristía, estamos lanzando un gran compromiso a todos. No sólo a estar agradecidos eternamente por este incomparable regalo de la eucaristía, preludio y pregustación del cielo, sino sobre todo, a hacernos también nosotros eucaristía, es decir, inmolación y sacrificio; alimento y nutrición; presencia y compañía para todos aquellos hermanos nuestros que caminan en esta vida desfallecidos, con la mirada baja y triste, desesperanzados y desilusionados. Debemos hacernos pan, repartir el pan de nuestra fe, esperanza y caridad, y lograr con ellos una fraternidad hasta lograr la paz, la unión y la armonía en el mundo.

A todo esto nos compromete la eucaristía. Pidamos a Cristo Eucaristía que nos acreciente la fe en este gran misterio, para que nunca nos acostumbremos al asombro eucarístico, sino que caigamos siempre de rodillas ante él, agradeciendo, adorando, amando.