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viernes, 2 de mayo de 2008

La vivencia del Misterio Eucarístico por el ministro del canto litúrgico


En esta ocasión les presento la conferencia
del Pbro. Jesús Sánchez Montejano.
Es substanciosa en cuanto a lo doctrinal,
pero impulsa a una reflexión profunda sobre
cómo vivimos nuestra vocación al "ministerio no instituido"
del canto y la música litúrgica.
Nuevamente les solicitamos referenciarnos
si este material es usado para su publicación.







La vivencia del Misterio Eucarístico
por parte del Ministro del Canto Litúrgico


Pbro. Jesús María Sánchez Montejano


Introducción


El Misterio Eucarístico y el ministro del canto.

La Eucaristía es para la Iglesia culminación y fuente de la vida liturgica (SC y P. Alberto Aranda), la cual es a su vez, culmen y fuente de la vida de la Iglesia (SC).

Ya que, como lo enseña la misma SC: no solo envió el Senor a los apóstoles a anunciar la Buena Nueva de su bienaventurada pasión y resurrección redentoras a todos los rincones de la tierra, sino que también los envió a realizar el Misterio Pascual que anunciaban mediante la administración de los sacramentos, sbre todo en la celebración de la Eucaristía.

De tal forma que para entender el Misterio de la Eucaristía, necesitamos entender el Misterio Pascual que celebra, que es el centro de la vida Litúrgica y de la Iglesia y también su razón de ser.

Qué es el Misterio de la redención?

Al hablar de este Misterio Pascual, nos referimos con San Pablo a los Efesios a ese Misterio de elección, santificación, perfección divina, para las cuales Dios creó en su amor al género humano. Misterio anunciado desde antiguo por los profetas del pueblo elegido de Israel. Misterio manifestado en la encarnación, vida, pasión, resurrección y ascensión de su Unigénito y Verbo divino para la redención del género humano (Misterio Pascual de redención). Misterio realizado por Cristo que encabeza por el Espíritu Santo todo el proceso de redención de los hombres, llamándolos a formar una sola familia, en un solo Cuerpo, bajo un solo Pastor (Misterio de comunión). Misterio que mediante el servicio de la Iglesia a la humanidad (Misterio de caridad), se va proyectando en la historia hasta la consumación de los siglos (Misterio escatológico). Misterio que da al ser humano la capacidad de abrazar la voluntad de Dios en una adhesión incondicional y entrega total (Misterio de fe).

Relación del Misterio con la Liturgia
Es este Misterio el que la Liturgia celebra, anuncia y realiza, en ese culto público que Cristo rinde al Padre, asociando a sí a su Cuerpo y Esposa la Iglesia, para hacerlo presente mediante ella en la historia bajo la acción del Espíritu Santo.

Liturgia = Culto público que Cristo rinde al Padre en el que asociando a sí a su Cuerpo la Iglesia, celebra, anuncia y realiza por medio de ella su Misterio Pascual en la historia, bajo la acción del Espîritu Santo.Relación de la Eucaristía con el Misterio celebrado en la Liturgia

En la Liturgia el Misterio se hace Eucaristía, es decir, memorial y bendición de Cristo, por él, con él y en él, en la celebración que lo anuncia y realiza, para el perdón de los pecados, para la unidad del género humano en la caridad de Cristo, para la diginificacion en Cristo de la humanidad caída, para la participación de muchos en la vida eterna y divina.

Relación del ministro del canto con la Liturgia del Misterio
Mediante la celebración litúrgica Dios nos bendice transformándonos en instrumentos, de la obra y acción redentoras de Cristo. En ella somos llamados a responder libremente a esta bendición disponiendonos a la acción del Espíritu Santo, que derrama sobre nosotros dones y ministerios para la edificación de la Iglesia. Es así como surge en la comunidad de la Iglesia el servicio, o ministerio no instituído del canto y la música litúrgicos.

Es importante pues, descubrir como se llega a este ministerio y sobre todo, como este se relaciona con la celebración eucarística como uno de los dones y vocación importantísimos, tanto en la comunidad cristiana como en la celebración de la eucaristía, para comprender mejor lo que significa la experiencia de su realización.

Del Misterio anunciado al Misterio cantado.

Cristo al final de su ministerio público anunció a sus discípulos su pasión y la Nueva Alianza sellada con su sangre para la redención, es decir el perdón, de los pecados de muchos. Y la anticipa en la cena Pascual de la noche en que iba a ser entregado, mediante la entrega incruenta de su Cuerpo y de su Sangre en el pan y el vino consagrados para hacer su memorial.

Esta entrega se consumó en el momento de su pasión y muerte en la cruz, y cumple en plenitud con la redención en su resurrección gloriosa. Así con su muerte destruyó nuestra muerte, con su resurrección nos dió nueva vida, y mediante esta Pascua suya realizó la redención anunciada.

Luego el Señor, antes de su Ascensión congrega a sus discípulos en Iglesia y les consigna la misión de continuar su obra redentora en el anuncio de la Buena Nueva del Reino de Dios y el llamado a la conversión a todos los pueblos. Al mismo tiempo, les confirmó que estaría con ellos todos los días hasta el fin de los tiempos y donde quiera que se reunieran en su nombre por el Espíritu Santo, mediante los signos sacramentales que mandó celebrar a los apostóles por el mismo Espíritu, como signos del encuentro entre Cristo y sus discípulos, entre su Iglesia y la humanidad.

El día de Pentecostés el Espíritu Santo se manifesta a los discípulos colmándolos de dones para realizar esta misión y manifestando por medio de ellos el Misterio de la Iglesia a los hombres.

A partir de entonces, la Buena Nueva de Cristo cuyo núcleo central es el Misterio Pascual de su pasión, resurrección y ascensión, nos es anunciada una y otra vez, por medio del ministerio evangelizador de la lglesia y la celebración de los sacramentos, en orden a perfeccionar nuestra participación en la redención mediante:
-la conversión constante;
-el fortalecimiento de nuestra comunión con Cristo a través de la Iglesia;
-el incremento de la acción del Espíritu mediante la Palabra y la gracia sacramental;
-la participación de bienes en la caridad (explicar);
-y las oraciones.

El punto de partida de este proceso de perfeccionamiento en cada uno de los discîpulos de Cristo es la iniciación cristiana (Bautismo, confirmación e iniciación en la comunion eucaristica sacramental).

En ella se nos confiere la gracia de la redención del pecado original, la adopción filial, la transformación en templos del Espíritu, la incorporación a la Iglesia y a su misión, la participación en el Reino de Dios y la vida eterna. En esta iniciación mediante la Confirmación, Dios nos concede el poder del Espîritu para ser testigos y dar testimonio de la redención en el mundo. El Espíritu mismo nos va impulsando, así como llamando al servicio de Cristo y de la Iglesia, mediante una vocación especîfica, dones particulares y carismas para edificar a la Iglesia y colaborar en la difusión y extensión del Reino de Dios en el mundo.

En los que ya somos miembros de Cristo por el Bautismo, Dios renueva constantemente este proceso de perfeccionamiento en el servicio y en la misión, por el Espíritu Santo en la Liturgia de la Eucaristía, dándonos en ella la gracia para configurarnos en nuestro ser con Cristo, para que como colaboradores de su acción por medio de la Iglesia, lo hagamos presente en nuestro tiempo y nuestra historia.

Para colaborar con esta gracia inmensa y misteriosa, los discîpulos de Cristo respondemos a ella participando en los diversos grados de instrucción, en las distintas celebraciones litúrgicas, en la participación de bienes en la caridad, en las oraciones tanto comunitarias como particulares, así como compartiendo también las expresiones sencillas de busqueda de Dios y gratitud hacia él, propias de la piedad y religiosidad popular.

De esta participación surge la experiencia del encuentro renovado con el Cuerpo de Cristo, mismo que nos va preparando a la gracia del encuentro personal con el Señor, el Maestro, el Camino, el Amigo, el Amado en la Eucaristía y en la oración individual.

Las diversas vivencias de encuentro con el Señor, sea a través de la experiencia eclesial, comunitaria o popular, sea a través de la gracia de un encuentro más íntimo o místico tienen su culminación y fuente en el Misterio de la Eucaristía, que como culmen y fuente de la Liturgia es eminentemente Misterio Pascual de redención, Misterio de fe, de comunión, de caridad y escatológico. Del encuentro con Cristo y con su Iglesia en la Eucaristía surge la necesidad de expresar la alegría de la redención a través de la música y el canto.

- La vivencia eucarística del ministerio de la música y el canto litúrgicos

Ahora bien, no es lo mismo ser interprete de la música y el canto litúrgicos, que ser servidor de la voz de Cristo y de su Iglesia en la Liturgia. De hecho, la mayoría de nosotros comenzamos a participar en el canto litúrgico, más como interpretes que como protagonistas de la vivencia del encuentro con Cristo en la eucaristía.

Sin duda, hay que saber interpretar correctamente la tradición musical de la Iglesia, así como los cantos sencillos de las expresiones populares musicales. Pero una cosa es ser interprete de la vivencia eucarística eclesial cantada, y otra ser instrumento de la gracia para expresar y comunicar la vivencia del misterio mediante el canto y la música. Lo primero se logra en la escuela de música y canto, lo segundo de rodillas ante Dios nuestro Señor y en actitud de escucha y obediencia a su Palabra.

Aquello exige del cantor disciplina y excelencia en el manejo de la voz para trasmitir a la comunidad que lo escucha la vivencia del canto que interpreta. Esto exige desprendimiento de sí y una profunda comunión y caridad con la comunidad cristiana de la cual se es miembro, para servirle mediante el canto y la musica como animador, inspirador y portavoz de la vivencia del Misterio de la redención, a ella y al ministro que la preside en nombre de Cristo. El ministro del canto en la Iglesia está al servicio de la Palabra, de la acción de Cristo bajo los signos sacramentales y de la experiencia que la comunidad va teniendo del encuentro con Cristo a través de la instrucción, la celebracion, la caridad y la oración, cosa que no lo exenta de saber expresar con maestría la música y el canto pero pone el énfasis en el servicio a la Palabra, a los signos litúrgicos y al Cuerpo mismo de Cristo.

De la experiencia del ministro del canto litúrgico a la experiencia de la comunidad.

El ministerio no instituído del canto litúrgico tanto en la liturgia en general como en la Liturgia de la Eucaristía, es a la vez vocación y don. Habrá quien tiene vocación de músico, pero no vocación a ser mediante la música servidor del culto litúrgico. Esto lo va distinguiendo el bautizado con la comunidad cristiana en la medida de su participación generosa y desinteresada en ella.

Quien descubre esta vocación y en quien la comunidad lo descubre, recibe de la Iglesia la vivencia del encuentro con Cristo y del servicio a Cristo en la Liturgia y en la Eucaristía, pero esta vivencia no es para sí, ni para deleite personal, ni para exhibirse como lo haría un artista que se dedica a deleitar a su auditorio, ni para escalar en la posición social o económica, sino para impulsar a la comunidad a celebrar, anunciar y realizar en su vida la vivencia del Misterio que canta. Es por ejemplo la vivencia de la comunidad de Milán amenazada por arrianismo y animada por su Obispo a confesar y vivir su fe a partir del canto de los salmos en la Liturgia. y así encontramos una multitud de vivencias semejantes a lo largo de la historia.

Ahora, parte de esta vivencia de encuentro con el Misterio de Cristo y de su Iglesia, que tiene como dijimos anteriormente su fuente y culminacion en la Eucaristía, se va comunicando por medio del canto a traves de los diversos momentos de esta celebración y de los diversos aspectos del Misterio de Cristo que se manifiestan en la misma. Siempre en base a la Palabra, que anuncia el Misterio de la Pascua y la persona misma de Cristo y al signo eucarístico, que lo manifiesta místicamente y nos pone en comunión con él.

- Los momentos de la celebración del Misterio

1. Momento del misterio preparado: convocación y llamado a la conversión - Ritos iniciales y ritos penitenciales.
2. Momento del misterio anunciado: Liturgia de la Palabra, acogida del anuncio mediante el símbolo de la fe y respuesta de fe en la plegaria universal.
3. Momento del misterio realizado y manifestado bajo el signo del pan y del vio eucaristizados: Liturgia de la Eucaristía.
4. Momento del misterio participado en la admnistración de la comunión sacramental.
5. Momento del misterio adorado: después de la comunión y en el himno de accion de gracias.
6. Momento del misterio encarnado: los que paricipan en la eucaristía fortalecen su incorporación a Cristo y su ministerio de misión sacerdotal, profética y de liderazgo en el servicio.
7. Momento del misterio contemplado: cuando se prolonga el encuentro eucarístico en el culto al santísimo Sacramento del altar fuera de la Liturgia eucarística.

Cada uno de estos momentos requiere de una expresión cantada y musical que lo distinga y disponga a la asamblea a tener una participación plena en él, es decir de cuerpo, sentimientos, mente y corazón.

- Los tiempos del Misterio que se expresan en la liturgia de la Eucaristía.
El tiempo de preparación y anuncio del advenimiento de su manifestacion a todos los hombres (Adviento).
El tiempo de su manifestación encarnada al mundo, a los pobres, a los pueblos y al pueblo elegido de Israel (Navidad).
El tiempo de la conversión y la renuncia de sí para participar en él (Cuaresma).
El tiempo de su manifestación gloriosa y exaltación (Pascua).
El tiempo de su proyecciøn en la historia hasta la consumación de los siglos (Tiempo ordinario)

El Domingo en la vida de la Iglesia

Ofrecemos a continuación la conferencia del liturgista mexicano Pbro. Alberto Aranda Cervantes en el marco del "XXX Congreso Nacional de Música Sagrada" realizado en Colima Colima México. Esperamos sus amables comentarios. Pedimos por favor referenciarnos como fuente si esta es tomada para ser publicada.








“EL DOMINGO EN LA VIDA DE LA IGLESIA”
Pbro. Alberto Aranda Cervantes MSp.


INTRODUCCIÓN

“No puedo ser Cristiano sin la Eucaristía…”


El domingo 12 de febrero del año 304, un grupo de 49 cristianos fue sorprendido celebrando la Eucaristía en Abitina, en la actual Túnez. Estaba totalmente prohibido, bajo pena de muerte, el culto cristiano. Fueron llevados a Cartago y allí la administración romana cuidadosamente les siguió un proceso, cuyas actas se conservan.

“¿Asististe a la reunión?”, es la pregunta que se hace a cada uno de los convictos, entre los que hay jóvenes, niños y viejos, hombres y mujeres. “Soy cristiano” es también la respuesta de todos. “No te pregunto si eres cristiano sino si asististe a la reunión”. “Sine Dominico non possumus”. “Es que no podemos ser cristianos, sin la Eucaristía”, es la admirable respuesta.

“No puedo ser cristiano sin la Eucaristía dominical”, y hay que recordar que en aquella época, por una parte, el domingo no era todavía día de descanso y, por otra, que la obligación legal de la asistencia dominical a la Eucaristía todavía estaba lejana de ser codificada.

“No puedo ser cristiano sin la Eucaristía dominical”, ¡qué clara y decidida convicción! ¿De
dónde procedía?

Contrastando con una actitud actual

El cardenal De Lubac, decía: “La Iglesia hace la Eucaristía, pero la Eucaristía hace a la Iglesia”.

Cómo contrasta con otras afirmaciones que hoy, a veces, escuchamos. Como Mimí, la heroína de la ópera La Bohème, muchísimos cristianos dicen: “No voy siempre a Misa, pero siempre ruego al Señor”, o también: “yo soy cristiano, pero a mi modo”. ¿Se puede ser cristiano sólo desde una oportunidad distinta a la de Cristo?

Yo voy a Misa cuando ‘me nace’: ¿Se puede ser cristiano sólo desde una oportunidad de sentimiento?, ¿y no desde una convicción amorosa?”.

Cristo- Domingo- Eucaristía


Haré ante todo una aclaración: Hay una unidad absolutamente imposible de romper entre Cristo, el Domingo y la Eucaristía. Habrán notado cómo en nuestra lengua cada uno de estos tres elementos inseparables nos suenan muy diferentes. Pero podemos ayudarnos de nuestros antepasados en la fe, griegos o latinos, porque en su lengua estos tres términos tienen un parecido muy grande:

Griego---- Latín--------- Castellano
Kyrios – Dominus – El Señor
Kyriaké – Domínica – El Domingo
Kyriakón – Domínicum – La Eucaristía

Haremos después una profundización del sentido de cada una de estas palabras. Pero comenzaré poniendo las bases escriturísticas y las de la primerísima tradición.

La primera Tradición:

El Señor Jesús al iniciar su pasión, de la que brotaría la resurrección y la vida nueva, instituyó en la Última Cena el memorial de su Pascua: “Hagan esto en memoria mía”.

Los Apóstoles oyeron la palabra Zikkaron, que fue traducida en los evangelios como Anámnesis y entendieron que aquello era un memorial como decimos nosotros, es decir una institución, un monumento, un rito que hacía presente un hecho de salvación. El principal modelo lo tenían en el rito mismo que estaban celebrando: la Cena pascual. El principal hecho salvífico para los hebreos era la Pascua, es decir el Paso, el paso de la esclavitud de Egipto a la libertad de la tierra prometida, el paso de no ser pueblo al de ser pueblo y pueblo con el que Dios hizo un pacto, el paso de la muerte a la vida.

De este hecho sólo fueron testigos y participantes unos pocos, pero Dios instituyó un memorial: la Cena de Pascua que hacía experimentar y vivir a las siguientes generaciones la misma realidad original.

Este memorial hebreo curiosamente fue instituido antes que sucedieran los acontecimientos que conmemoraría.

Volviendo a lo anterior, los Apóstoles intuyeron que ahora se trataba de un memorial, tal como les dijo Jesús, es decir, un rito que haría presente a las sucesivas generaciones lo que estaba iniciándose: su pasión, es decir, sus sufrimientos, su humillación y su muerte de la que nacería su vida nueva y gloriosa de la cual íbamos a participar todos.

Esta vida nueva, gloriosa, la experimentaron los primerísimos cristianos en el día que los hebreos llamaban día primero (de la semana). Los latinos en cambio lo llamaban dies solis (el día del sol), y que pronto va a ser llamado por los cristianos: Día del Señor, dies domínica, he kyriaké heméra.

Ese memorial de la Pascua de Cristo se comenzó a celebrar el día de la Resurrección.



LAS PRIMERAS EXPERIENCIAS.

Por la mañana (Jn 20, 1-18)

El primer día de la semana se manifiesta a María, ella no lo reconoce, cree que es el jardinero, hay un signo para el reconocimiento: “María”, y luego la dirección hacia el testimonio: “Ve a decirle a mis hermanos”.

En la tarde-noche (Lc 24, 13-35)

“Aquel mismo día…” (domingo), dos discípulos regresan a su tierra, Emaús. No lo reconocen, creen que es otro caminante; lo reconocen en la fracción del Pan. El testimonio: “y se volvieron a Jerusalén… contaron lo que les había pasado.”

Por la noche (Lc 24, 36)

El mismo día por la noche. Estaban reunidos. Se presentó Jesús. Lo desconocen, “pensaban que era un fantasma”. Aquí le costó más trabajo a Jesús que lo reconocieran: “Mírenme…, pálpenme, traigan algo de comer”.

Lo reconocen… “les abrió el entendimiento”. El testimonio: “Ustedes son testigos de todo esto”.

– Cada domingo, al manifestársenos Jesús en “la Fracción del Pan”, la Eucaristía, debemos crecer en su conocimiento y salir de la celebración decididos a dar el testimonio”.

– A los cincuenta días, igualmente en domingo, Cristo envía el Espíritu Santo a su Iglesia, tal como lo había prometido, para fuerza, iluminación, unidad.
Testimonio: “Recibirán una fuerza, el Espíritu Santo, que descenderá sobre ustedes, para ser testigos míos… hasta los confines del mundo”(Hech 1, 8).

– Tiempo después, está Pablo en Tróade (Hech 20, 7-12):
“El primer día de la semana nos reunimos a partir el Pan…”.

– Pablo escribe a la comunidad de Corinto. En Jerusalén le hacían encargo que hiciera una colecta para su sustento.
“Cada primer día de la semana pongan aparte cada uno por su cuenta lo que consigan ahorrar…”

– Aparece por primera vez el nombre específicamente cristiano. (Apoc 1, 10).
“Un domingo (en te kyriaké heméra) me arrebató el Espíritu…”.

Los testimonios primitivos:

– La Didajé “(Enseñanza de los Apóstoles”). s. I
Cap. XIV: “El día del Señor, congréguense en asamblea para la Fracción del Pan y la Eucaristía”.

– Apología primera de Justino. s. II
Justino es un convertido, maestro de filosofía. Escribió dos apologías (defensas) dirigidas al emperador Antonino Pío (138-161). Murió mártir.

“El día que se llama del Sol (está escribiendo a un pagano) se celebra una reunión de todos los que habitan en las ciudades o en los campos… Celebramos esta reunión por ser el día primero, en el cual Dios, transformando las tinieblas y la materia, hizo el mundo; y también por ser el día en que Jesucristo, nuestro Salvador, resucitó de entre los muertos”.

– La “Tradición Apostólica” de Hipólito, muy al principio del siglo III. Describe y da las fórmulas de la ordenación de un obispo: “Que se ordene como obispo al que haya sido escogido por todo el pueblo. Cuando se haya pronunciado su nombre y que él haya acordado, el pueblo se reunirá con el Presbiterio y los obispos que están presentes, el día domingo”.

– Bardesano. Filósofo y poeta de origen sirio, educado en Odesa, amigo de Abgar IX el Grande, convertido al cristianismo, murió en 222: “¿Qué diría yo de la nueva raza cristiana, que Cristo fundó, por su venida, en todo lugar y en todo país, al punto que, donde quiera que nos encontremos, se nos llama cristianos a causa del único nombre de Cristo, y porque todos nos reunimos el primer día de la semana…?”.

– Y por último, la “Didascalía de los Apóstoles” (la enseñanza de…).

No se sabe si situarla en la primera o en la segunda parte del siglo III:

Puesto que ustedes son miembros de Cristo, no se pierdan ustedes mismos fuera de la Iglesia, al no reunirse en ella. Porque ustedes tienen a Cristo como cabeza, quien, conforme a su promesa, está presente y en comunión con ustedes. No se desprecien a ustedes mismos, y no priven a nuestro Salvador de sus miembros; no desgarren y no dispersen su cuerpo; no pongan sus negocios temporales por encima de la Palabra de Dios, sino que abandonen todo el Día del Señor, y corran con diligencia a sus iglesias. Si no, ¿qué excusa tendrán, ante Dios, los que no se reúnen el Día del Señor para escuchar la Palabra y alimentarse de la comida divina que dura eternamente?

Y más adelante:
Y, en el ágape de la asamblea, el Domingo, aquellos que cuando vienen, no están atentos, sino que se duermen y hablan de otras cosas… entran vacíos a la iglesia y salen de ella todavía más vacíos….

Y por último:

“El primer día de la semana estén siempre alegres, porque el que se aflige el primer día de la semana comete pecado”.

La Enseñanza Actual

El Concilio Ecuménico Vaticano II

El Papa Pablo VI en los últimos días de la reunión hablaba de su “valor extraordinario religioso, doctrinal, espiritual, pastoral e histórico”. Y del “misterio de sabiduría y de gracia que ofrece y por mucho tiempo ofrecerá a nuestra meditación…”.

El primer documento aprobado y publicado fue el de Liturgia.

El Papa Pablo VI decía sobre él: “El primero que fue examinado y en un cierto sentido el primero también por la excelencia intrínseca y por su importancia para la vida de la Iglesia es el de la Sagrada Liturgia”.

En el capítulo V, sobre el Año Litúrgico, en el número 102 dice:

La santa madre Iglesia considera deber suyo celebrar con un sagrado recuerdo en días determinados a través del año la obra salvífica de su divino Esposo. Cada semana, en el día que llamó “del Señor”, conmemora su resurrección, que una vez al año celebra también, junto con su santa Pasión en la máxima solemnidad de la Pascua.

Y se especifica en el n. 106:

La Iglesia, por una tradición apostólica que trae su origen del mismo día de la resurrección de Cristo, celebra el misterio pascual cada ocho días, en el día que es llamado por razón “día del Señor” o domingo. En este día, los fieles deben reunirse a fin de que, escuchando la palabra de Dios y participando en la Eucaristía, recuerden la pasión, la resurrección y la gloria del Señor Jesús y den gracias a Dios, que los hizo renacer a la viva esperanza por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos (1 Pe 1, 3). Por esto, el domingo es la fiesta primordial, que debe presentarse e inculcarse a la piedad de los fieles, de modo que sea también día de alegría y de liberación del trabajo. No se le antepongan otras solemnidades, a no ser que sean, de veras, de suma importancia, puesto que el domingo es el fundamento y el núcleo de todo el año litúrgico.

Y volvemos al n. 102:

Además, en el círculo del año desarrolla todo el misterio de Cristo, desde la Encarnación y la Navidad hasta la Ascensión, Pentecostés y la expectativa de la dichosa esperanza y venida del Señor….


Juan Pablo II

Y ya en nuestros días, el querido y recordado Papa Juan Pablo II dirigió a toda la Iglesia católica una carta apostólica que se llama “Dies Domini”.

En la introducción el Papa, al modo de la obertura de muchas óperas, presenta los temas que luego van a ser desarrollados en la obra. Destaco algunos.

El día del Señor –como ha sido llamado el domingo desde los tiempos apostólicos– ha tenido siempre, en la historia de la Iglesia, una consideración privilegiada por su estrecha relación con el núcleo mismo del misterio cristiano. En efecto, el domingo recuerda, en la sucesión semanal del tiempo, el día de la resurrección de Cristo. Es la Pascua de la semana, en la que se celebra la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte, la realización en él de la primera creación y el inicio de la “nueva creación” (Cfr 2 Cor 5, 17). Es el día de la evocación adoradora y agradecida del primer día del mundo y a la vez la prefiguración, en la esperanza activa, del “último día”, cuando Cristo vendrá en su gloria (Cfr Hech 1, 11; 1 Tes 4, 13-17) y hará un mundo nuevo (Cfr Apoc 21, 5).

El Domingo pone de relieve el sentido del tiempo:

Hay pues motivos para decir, como sugiere la homilía de un autor del siglo IV, que el “día del Señor) es el “señor de los días”. Quienes han recibido la gracia de creer en el Señor resucitado pueden descubrir el significado de este día semanal con la emoción vibrante que hacía decir a san Jerónimo: “El domingo es el día de la resurrección; es el día de los cristianos; es nuestro día”. Ésta es efectivamente para los cristianos la “fiesta primordial”, instituida no sólo para medir la sucesión del tiempo, sino para poner de relieve su sentido más profundo.

Visión del domingo por el devenir socio-económico

Nadie olvida en efecto que, hasta un pasado relativamente reciente, la ‘santificación’ del domingo estaba favorecida, en los Países de tradición cristiana, por una amplia participación popular y casi por la organización misma de la sociedad civil, que preveía el descanso dominical como punto fijo en las normas sobre las diversas actividades laborales. Pero hoy, en los mismos Países en los que las leyes establecen el carácter festivo de este día, la evolución de las condiciones socioeconómicas a menudo ha terminado por modificar profundamente los comportamientos colectivos y por consiguiente la fisonomía del domingo.

El Domingo: ¿mero fin de semana?

Se ha consolidado ampliamente la práctica del “fin de semana”, entendido como tiempo semanal de reposo, vivido a veces lejos de la vivienda habitual, y caracterizado a menudo por la participación en actividades culturales, políticas y deportivas, cuyo desarrollo coincide en general precisamente con los días festivos. Se trata de un fenómeno social y cultural que tiene ciertamente elementos positivos en la medida en que puede contribuir al respeto de valores auténticos, al desarrollo humano y al progreso de la vida social en su conjunto. Responde no sólo a la necesidad de descanso, sino también a la exigencia de “hacer fiesta”, propia del ser humano. Por desgracia, cuando el domingo pierde el significado originario y se reduce a un puro “fin de semana”, puede suceder que el hombre quede encerrados en un horizonte tan restringido que no le permite ya ver el “cielo”. Entonces, aunque vestido de fiesta, interiormente es incapaz de “hacer fiesta”.

A los discípulos de Cristo se pide de todos modos que no confundan la celebración del domingo, que debe ser una verdadera santificación del día del Señor, con el “fin de semana”, entendido fundamentalmente como tiempo de mero descanso o diversión. A este respecto, urge una auténtica madurez espiritual que ayude a los cristianos a “ser ellos mismos”, en plena coherencia con el don de la fe, dispuestos siempre a dar razón de la esperanza que hay en ellos (Cfr 1 Pe 3, 15). Esto ha de significar también una comprensión más profunda del domingo, para vivirlo, incluso en situaciones difíciles, con plena docilidad al Espíritu Santo.

En efecto, el deber de santificar el domingo, sobre todo con la participación en la Eucaristía y con un descanso lleno de alegría cristiana y de fraternidad, se comprende bien si se tienen presentes las múltiples dimensiones de ese día, al que dedicaremos atención en la presente Carta.

Los títulos de los sucesivos capítulos nos guían a una iluminación nuestra

1.– Celebración de la obra del Creador, el Shabbat gozoso, descanso del Creador: “Bendijo Dios el día séptimo y lo santificó” (Gén 2, 3)


2.– Día del Señor resucitado y el Don del Espíritu.
La Pascua semanal
Primer día de la semana
El octavo día
El don del Espíritu Santo
Día irrenunciable

3.– Día de la Iglesia
La asamblea eucarística
La Eucaristía dominical
Banquete pascual y encuentro fraterno
De la Misa a la misión
El precepto dominical
Celebración gozosa y animada por el canto.

4.– Día del hombre
Domingo día de alegría, descanso y solidaridad.

5.– Día de los días.
Domingo, fiesta primordial
Reveladora del sentido del tiempo.

Y el Papa termina así su enseñanza:

Descubierto y vivido así, el domingo es como el alma de los otros días, y en este sentido se puede recordar la reflexión de Orígenes según el cual el cristiano perfecto ‘está siempre en el día del Señor, celebra siempre el domingo’. El domingo es una auténtica escuela, un itinerario permanente de pedagogía eclesial. Pedagogía insustituible especialmente en las condiciones de la sociedad actual, marcada cada vez más fuertemente por la fragmentación y el pluralismo cultural, que ponen continuamente a prueba la fidelidad de los cristianos ante las exigencias específicas de su fe.

Que los hombres y las mujeres del tercer Milenio, encontrándose con la Iglesia que cada domingo celebra gozosamente el misterio del que fluye toda su vida, puedan encontrar también al mismo Cristo resucitado. Y que sus discípulos, renovándose constantemente en el memorial semanal de la Pascua, sean anunciadores cada vez más creíbles del Evangelio y constructores activos de la civilización del amor.

¡A todos mi Bendición!

Y así termina esta nuestra pequeña meditación sobre “El Domingo en la vida de la Iglesia”.

Sugiero una reflexión comunitaria o personal sobre cómo cooperar, desde el ministerio de la música, a que la Eucaristía dominical verdaderamente aparezca como centro de la vida eclesial.

Febrero 2008

miércoles, 9 de abril de 2008

Luto en la Música: fallece el Mtro. Hermilio Hernández



Esta infausta noticia llena de luto la música mexicana, especialmente la Música Sagrada y la querida Escuela Superior de Música de Guadalajara México. La personalidad humilde del Maestro Hermilio era equivalente con su estatura como músico y como persona. He aquí la reseña del periódico MILENIO en su Edición electrónica.




El maestro Hermilio Hernández era uno de los más grandes compositores mexicanos vivos, no solamente de Jalisco. Fue el decano de la composición durante mucho tiempo. Lo he considerado como el Bach mexicano, un gran contrapuntista', expresa Guillermo Dávalos, titular de la Dirección de Música de la Secretaría de Cultura, sobre el compositor jalisciense, que ayer falleció a los 77 años de edad a causa de una diabetes que padecía desde hacía mucho tiempo.

Hermilio Hernández (Autlán, 1931) es considerado como uno de los compositores mexicanos más importantes de la segunda mitad del siglo XX, con una vasta obra que incluye música de cámara, conciertos para piano, sinfonías, sonatas y música religiosa coral, la cual transita por los estilos neorromántico, neoclásico, neoimpresionista y serialismo dodecafónico. 'Toda la obra del maestro Hermilio se podría considerar indispensable. Su obra de piano tiene un encanto muy fuerte', agrega el titular de la Dirección de Música, quien anoche dedicó En concierto, programa que se transmite en Radio UdeG, a la obra del maestro Hermilio. Además, como parte del ciclo de música de cámara que la dirección organiza, en junio próximo se dedicará uno de los conciertos al compositor nacido en Autlán. 'El mejor homenaje es estar tocando su obra y, también, la de los compositores mexicanos valiosos. Sin embargo, el estado le debe a Hermilio un reconocimiento amplio, inclusive una calle', agrega Dávalos.

Galardonado con el Premio Jalisco en 1953, el maestro Hernández se desempeñó como docente en la Escuela de Música Sagrada y en la Escuela de Música de la UdeG. También fue el primer organista de la Catedral Metropolitana. Uno de sus alumnos fue el músico y pedagogo Joel Juan Qui, quien grabó una de las composiciones del maestro Hernández en el disco De Profundis. 'El mundo de Hermilio Hernández no sólo se reducía al mundo de la composición musical. También era docente y como maestro fue un hombre de mucha sabiduría, muy visionario y siempre estuvo atento a compartir sus conocimientos', expresa el pianista, para quien la obra del maestro Hernández, en particular las composiciones para piano, son de un acceso directo, claras en la construcción. 'Su legado es un documento histórico en la cultura de México. Ya se está trabajando en la edición de sus partituras para darlas a conocer a nivel mundial'.

Ernesto Cano Lomelí, profesor de la Escuela de Música de la Universidad de Guadalajara, fue el coordinador del volumen dedicado a la obra del maestro Hermilio como parte de una serie dedicada a compositores de la costa jalisciense. 'La capacidad de creación y formación en música formal que tuvo le dio una visión universal, no tan regionalista. Su trabajo como compositor lo hace patente. No hizo piezas de carácter popular, se encargó de la vanguardia', opina sobre la obra del maestro Hernández, quien en 1993 fue nombrado hijo distinguido de Autlán, donde el auditorio de la casa de la cultura y una de las salas del centro universitario llevan su nombre. 'Ojala que se pudiera publicar toda su obra, sobre todo la de cámara. También sería importante que se apoyen grabaciones para difundir en la radio cultural. Con la apertura de los medios a Internet, es quehacer de la universidad subir toda esa información a la red', concluye Lomelí. El último adiós al maestro tendrá lugar hoy, a las 9:00 am, en la Catedral.

Vida y obra

Comenzó sus estudios en la Escuela Superior Diocesana de Música Sacra. Alumno de Manuel de Jesús Aréchiga, José S. Valadez y Domingo Lobato, recibió una beca con la que pudo viajar a Italia para estudiar en el Instituto Pontificio de Roma los magisterios en órgano y composición, así como la licenciatura en canto gregoriano

A su regreso a Guadalajara fue nombrado profesor en la Escuela Superior Diocesana de Música Sacara y de la Escuela de Música de la Universidad de Guadalajara, donde impartió clases durante 20 años, y dirigió de 1974 a 1977. Recibió el Premio Jalisco en 1953, y en fue becario del Fondo Nacional para la Cultura y las Arte.

martes, 5 de febrero de 2008

30 Congreso Nacional de Música Litúrgica en México




Aunque a la presente fecha ya se ha llevado a cabo, me parece pertinente incluir aquí lo referente a este Congreso que año con año, ininterrumpidamente se ha llevado a cabo en México, teniendo como sede diferentes diócesis mexicanas.

En esta ocasión le tocó a Colima, ubicada cerca del Pacífico mexicano, recibir del 28 de enero al 1 de febrero, a aproximadamente 120 congresistas venidos de todas partes de la república mexicana, incluídos Mons Felipe Aguirre Franco, Arzobispo de Acapulco, Mons Francisco Moreno Barrón, Auxiliar de Morelia, a Mons. Hermenegildo Ramírez Sánchez SJ Obispo Emérito de Huautla Oax. y al Excmo Sr. José Luis Amezcua Melgoza, titular de Colima.

La organización corrió a cargo del "Departamento de Música litúrgica" del Episcopado mexicano, que preside el Exmo. Sr. Obispo Francisco Moreno Barrón. El equipo coordinador lo encabezó el Secretario Ejecutivo del Departamento, Mtro. Gabriel de Jesús Frausto Zamora.

Por cierto que se tuvieron exponentes de lujo que incluyeron al P. Alberto Aranda, destacado especialista litúrgico de talla internacional, con el tema: "El Domingo en la vida de la Iglesia" y a Mons Valentino Miserachs director del Pontificio Instituto de Música Sagrada de Roma exponiendo "El Misterio de la Eucaristía, Memorial de la Pascua del Señor" y al Pbro Jesús María Sánchez Montejano, licenciado en liturgia hablando de "La vivencia del Misterio Eucarístico en el ministro del canto".

Las actividades incluyeron desde luego Celebraciones Eucarísticas, Talleres de Música litúrgica (Dirección coral,Canto gregoriano, Edición de partituras con software y Órgano), Conciertos y compra venta de material para el trabajo con Coros litúrgicos.

Al concluir los trabajos se procedió a elegir la sede del próximo Congreso en 2009, resultando seleccionada la diócesis de Celaya, del Estado de Guanajuato, ubicada en el Bajío mexicano.Cabe anotar que la celebración del congreso siempre se ubica en la anterior semana al "miércoles de ceniza".

En breve estaré aquí publicando los textos de las Conferencias, imágenes y en lo posible videos de las actividades realizadas, para utilidad de nuestros lectores.